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Ser o no ser (comida para mosquitos)

Según revelan investigaciones científicas, los mosquitos prefieren la sangre de algunas personas en detrimento de otras. Sepa por qué leyendo esta nota y entérese si usted esta en el menú de estos insectos.

Sí,
es cierto: los mosquitos tienen sus preferencias cuando llega su hora de comer
(léase: de chupar sangre). Según los expertos, solamente una persona de cada
diez resulta atractiva para estos insectos. Y cuidado, que el líquido que
extraen de nuestros cuerpos no les sirve solamente para saciar el hambre. Las
mosquitos hembra (los machos no pican a las personas) necesitan sangre humana
para que sus huevos sean fértiles. 

Cuestión
de piel
 

A
pesar de que los investigadores aún no han descubierto exactamente qué es lo
que los mosquitos prefieren de la sangre humana, hay una considerable cantidad
de científicos dedicados al particular. La búsqueda pasa por examinar los
olores y compuestos (hay más de 400 diferentes) que exuda el cuerpo humano y de
qué manera pueden llegar a ser atractivos para estos insectos.

Hay
algo que sí es claro para los investigadores: el factor genético tiene que ver
en más de un 85% cuando hablamos de nuestra susceptibilidad a las picaduras de
mosquito. También fueron identificados ciertos químicos del cuerpo humano que,
si se encuentran en una cantidad excesiva en la superficie de la piel, actúan
como un factor de atracción para los mosquitos. 

También
las personas con altas concentraciones de esteroides o colesterol en su
superficie cutánea atraen a los mosquitos. Pero esto no significa
necesariamente que estos insectos elijan como víctimas a aquellos que tengan
altos niveles de colesterol, sino a aquellos que son más eficientes en la
metabolización del colesterol, razón por la cual los subproductos quedan en la
piel. 

Los
mosquitos también eligen como víctimas a personas que producen altas cantidades
de ciertos ácidos, como el ácido úrico o el ácido láctico. Este tipo de
sustancias dispara sensaciones olfativas en los mosquitos, decidiendo de esta
forma su preferencia por una víctima en desmedro de otra. 

Y
atención: los mosquitos cuentan con un poderoso sentido del olfato: pueden oler
a sus presas a la impresionante distancia de 50 kilómetros. Algo que no es
precisamente una ventaja para quienes emiten grandes cantidades de dióxido de
carbono, ya que para estos insectos cualquier tipo de dióxido de carbono es
atractivo más allá de la distancia. 

Las
personas de gran contextura tienden a emitir más dióxido de carbono, razón por
la cual los mosquitos prefieren como alimento a los adultos y no a los niños.
Las embarazadas también son una población de riesgo, ya que producen cantidades
de dióxido de carbono superiores a las normales. 

Lugares
peligrosos
 

Pero
aún si nuestra química corporal no atrae a los mosquitos, el lugar de
residencia puede influir. Las concentraciones más grandes de mosquitos se dan
en regiones costeras, aunque tampoco estar varios kilómetros adentrado en
tierra firme nos garantiza estar a salvo. Como ya dijimos, los mosquitos pueden
volar más de 50 kilómetros por una buena cena, siempre guiados por su olfato. 

Otro
lugar preferido por los mosquitos son las fuentes de agua; cualquier lugar en
el que haya agua sirve para ellos, pero prefieren el agua estancada. Los
expertos afirman que aún en zonas desérticas los mosquitos eligen picar a sus
víctimas cerca de algún lugar con agua. 

También
hay quienes piensan que estarán a salvo de esta plaga en las montañas. Craso
error. A pesar de que difícilmente estén muy activos en temperaturas bajo cero,
se han avistado colonias de mosquitos nada menos que ¡en el Himalaya!  

En
climas decididamente fríos estaremos a salvo la mayor parte del año. Pero
lugares como Alaska, por ejemplo, son los elegidos por grandes bandadas de
mosquitos para migrar durante poco menos de un mes al año.  

Después
de este dato queda claro que ningún lugar es totalmente seguro. Es que los
mosquitos, en sus más de 175 variantes conocidas, están entre nosotros incluso
desde antes que nosotros mismos: hoy se piensa que aparecieron por primera vez
hace 170 millones de años. Y como no van a desaparecer, por lo menos en el
corto plazo, lo mejor es tomar medidas para minimizar su dañino impacto. 

Nuestro
mejor amigo, el repelente
 

La
efectividad de la mayoría de los repelentes contra mosquitos depende de los
químicos que lo componen. El principio activo que contienen la mayoría de los
repelentes desde 1957 es el DEET (o N,N-dietil-3-metilbenzamida, tal es su
denominación química). Según estudios recientes, un repelente con un 23,8% de
DEET (la mayoría de los que se venden contienen entre un 10 y un 30%) mantienen
a quien se lo aplique por espacio de cinco horas. Y los repelentes con menos de
un 10% de concentración de DEET son aptos para ser aplicados en bebés de más de
dos años, según el consejo de los especialistas. 

Por
otro lado, hace no mucho se sumó el químico IR335
(etilbutilacetilaminopropionato), comercializado por una conocida marca de
cosméticos, aunque los estudios que se realizaron hasta ahora demuestran que
posee una efectividad mucho menor al DEET. 

Pero
hay una pregunta que a esta altura es obvia: ¿qué tan seguro es bañarse en
estos líquidos con un alto contenido químico? Está bien que sean efectivos en
la tarea de mantener a los mosquitos a distancia, pero ¿no traen problemas de
salud? 

Hasta
ahora (y estamos hablando de más de 50 años de uso), el DEET no ha traído
mayores problemas. Los únicos casos de hospitalización se debieron a un uso
exagerado (muy exagerado, vale aclarar) del mismo. Mientras se sigan las
instrucciones de uso de los repelentes, el hecho de que contengan DEET no
representará un peligro cierto. 

A
continuación, algunos consejos útiles para la aplicación de repelentes: 

*
Seguir las indicaciones de uso del producto, con especial cuidado a los avisos
de “precaución” o “evítese su uso en…”. 

*
No concentrar el líquido en un solo lugar, desparramarlo bien. 

*
Evitar su aplicación en zonas de lastimaduras o donde haya carne viva. Tampoco
usar en los ojos, boca, nariz, debajo de ropa puesta o cerca de comida. 

*
Luego de terminado el efecto del repelente, lavar la piel con agua y jabón. 

Para
el uso en niños: 

*
Elegir la concentración más baja que sea efectiva durante el tiempo que el niño
permanezca al aire libre. 

*
Evitar el uso en bebés de menos de dos meses. 

*
Evitar el uso reiterado, que pueden incrementar los potenciales efectos tóxicos
del DEET. 

Más
protección contra mosquitos
 

Si
lo que buscamos es evitar por completo los repelentes químicos, existen
opciones. Incluso algunas de ellas son muy prometedoras. Hay un repelente a
base de aceite de poroto de soja que mantiene su efectividad contra la picadura
de mosquitos por aproximadamente una hora y media. Existen también otros
aceites que brindan una protección de corto tiempo: aceite de cedro, aceite de
citronela, aceite de menta, aceite de geranio o variedades de aceite de eucaliptos,
que según algunos estudios preliminares ofrecerían una protección más
prolongada. 

Por
otro lado están las trampas caza-mosquitos, un producto relativamente nuevo
dirigido a las personas a las que no les seduce demasiado rociarse de pies a
cabeza con repelentes químicos. Estas trampas emiten estímulos que los
mosquitos encuentran atractivos (las ya mencionadas: dióxido de carbono, calor,
humedad y otros) para luego atraparlos y matarlos. Incluso se colocan cerca de
los lugares elegidos por las mosquitos hembra para desovar, y de esa manera
acabar con poblaciones enteras. 

Por
eso, bien vale tomar un par de recaudos extra a la hora de combatir a los
mosquitos. Sobre todo atendiendo a las graves reacciones alérgicas que provocan
en ciertas personas las picaduras de mosquito. También existen enfermedades
mortales que, según hallazgos recientes, son transmitidas por los mosquitos. 

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