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Negando la vejez

Mírate al espejo. ¿Ves a Dorian Gray…?

Quiero iniciar el presente escrito con una referencia
y recomendación, tomada de una bella obra literaria de Adolfo Bioy Casares que
se llama “Diario de la guerra del cerdo”, cuyo argumento es la violencia y
persecución por parte de grupos de jóvenes a viejos, donde el personaje central
está en el umbral de la vejez.

En determinado momento a la vejez se la empezó a
llamar tercera edad,  en donde la
omisión en está nueva denominación de la palabra vejez, para mí ya daría motivo
para hablar sobre el tema.

La violencia desde las autoridades de gobierno y de
la sociedad hacía personas viejas puede verse fácilmente, y también como
integrantes de esta sociedad (y no creo que sea la única) nos toca cierta
responsabilidad, no hay más que cercarse al Congreso para verlos con
redoblantes y megáfonos reclamando justicia.

Frente a ellos está, en el mundo publicitario, la valoración marketinera hacía
la juventud. Al estar la mayoría de los viejos al margen del mercado laboral,
apenas aparecen como consumidores de algún seguro, sanatorio, producto médico o
químico. Tras la jubilación, pasan a cumplir roles secundarios en la familia, y
pasan a tener una autonomía y economía personal muy limitada. No respetamos a
los viejos.

El Domingo 16 de Mayo del presente año, apareció en
la revista Viva de Clarín un reportaje a Leopoldo Salvarezza (psiquiatra y
psicoanalista), jubilado de la cátedra de La Tercer Edad y Vejez, de la
Universidad de Psicología de Buenos Aires. Tomaré citas de este reportaje que
van entrecomillas.

Negar la
llegada de la vejez no es beneficioso
”. “La negación puede llevar a un enfrentamiento con la realidad que
provoque procesos depresivos. No es lo mismo 
ir haciendo duelos parciales a lo largo de la vida por cosas que se
pierden o cambian, que pensar que se es superman y de golpe asumirnos que somos
un Clark Kent cualquiera

Cuanto de esta negación no es exacerbada por la
publicidad, el culto a la juventud en el campo de lo comercial, la moda, tal es
así que hace mella en el cuerpo, en la carne, elegantes señoras que recurren a
las siliconas, y adolescentes siguiendo una moda, que a veces llega a ser
contraproducente a sus organismos, cirugías que implican cuerpos anestesiados,
cortes y dolores posquirúrgicos, en pos de estar bien según la moda estética
imperante.

Ante la pregunta ¿Cuándo se es técnicamente viejo?,
Salvarezza responde: “…el ser viejo es
una decisión individual y subjetiva. Cada uno va a decidir en un determinado
momento de su vida cuando es viejo para…
”, más adelante, “A partir del momento de la aceptación de
ciertos límites impuestos por la edad, cada uno tendrá que buscar nuevas formas
de conceptuar los deseos que van ligados al desarrollo vital. Esto no quiere
decir que por aceptar la vejez uno se borre del mundo o desaparezca de la vida,
a pesar de que existen ciertos mecanismos políticos y sociales como la
jubilación que desde afuera imponen un retiro
”, continúa Salvarezza: “Al llegar pocos, los viejos deberían ser
vistos como los ejemplares sobresalientes de la especie, pero esto no está
considerado así ni desde la sociedad, ni desde los propios viejos…
”, “todas las definiciones de la vejez que
conocemos hacen hincapié en sus aspectos negativos, los déficits y las pérdidas
”,
sigue “Siempre ha sido así, todo el
mundo a pedido vivir lo más posible, pero nadie ha querido llegar a viejo
”.

Voy a hacer presente a Sigmund Freud, que llegó a la
vejez con sus ochenta y tres años, y que ya en un artículo que se llama “Lo
Perecedero” señala está dificultad de nosotros, seres humanos, para aceptar que
las cosas perecen, que todo cumple un ciclo, también dijo: “Nacimos para morir,
sólo se trata de cómo vivir en el trayecto hacía la muerte”.

Subrayo el como vivir, pensando en las modas, el quedar aprisionados a mandatos
de ser siempre jóvenes, y hacer lo que se pueda para lograr tal fin, el negar
como dice Salvarezza la vejez, no quererla aceptar,  y si éste escrito empezó con una referencia a lo literario, que
mejor que cerrarlo haciendo referencia a “El retrato de Dorian Gray” de Oscar
Wilde.

¿No nos estaremos transformando en Dorian Gray, el que por no aceptar su vejez,
terminó como terminó?.

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