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Cuando un hijo se va…

La ley de la vida indica que deben ser los hijos quienes deben enterrar a sus padres, por lo que nadie esta preparado para que esta relación se invierta. Y cuando esto sucede…

 

La
muerte de un hijo
es totalmente devastadora para cualquier padre, sin importar
la causa de la muerte o la edad del chico. Su sufrimiento es intenso, duradero y
muy complejo.

 El
trance y el proceso curativo, contienen elementos similares para todos los tipos
de padres, pero para aquellos cuyos hijos adultos han fallecido, existen algunos
factores adicionales. Algunas personas dentro de la familia o las amistades,
pueden llegar a pensar que por el hecho de que el hijo ya era un adulto, el
dolor de perderlo podría llegara a ser menor.

 Muchas veces el sufrimiento de los padres después de la muerte de un hijo
adulto, se minimiza o se desestima en comparación con el padecimiento de los
padres de un hijo chico. 


¿Sufrimiento minimizado?

 Si
el hijo adulto muere como resultado un accidente o una enfermedad, sus padres a
menudo escuchan (al ser consolados por sus amigos o familia) que deben estar
agradecidos de haber compartido momentos con su hijo mientras este vivió.

Por
supuesto que usted debe estar agradecido de haber tenido a su hijo por 25, 30 o
40 años, ¡pero eso no significa que su padecimiento sea menor! Muchos padres han
señalado que su relación con el hijo adulto se había convertido también en una
amistad personal. Por lo tanto, sienten que han perdido no solo a un hijo, sino
también a un amigo.

Es
normal que con el tiempo la relación entre los padres y sus hijos más adultos se
convierta en una relación mucho más madura.

Los padres que pusieron amor,
dedicación, y mucho ánimo en el desarrollo y la educación de su hijo, sienten un
gran sentido de orgullo y realización cuando el chico madura, completa su
educación, se establece en una carrera, y desarrolla su círculo de amistades,
pues este hijo ya es toda una persona.

 Para el momento en que un hijo haya alcanzado su edad adulta, los padres habrán
hecho una gran inversión emocional y financiera en esta persona.

Cuando esa vida
ha llegado a su fin anticipadamente, hay a menudo un gran sentido de abandono y
de vacío. Los padres suelen encontrarse preguntándose cual es su propio
propósito en vida, puesto que todo lo que han invertido en este hijo, ahora
pareciera estar en la nada.

 La
falta de compasión por parte de los demás, puede también ocurrir cuando un hijo
adulto muere por una causa que incómoda a la sociedad, como por ejemplo el sida
o una sobredosis.

 Culpabilidad

Muchas veces, los padres experimentan
culpa por haber sobrevivido a su hijo.
Cuando los hijos adultos mueren por un suicidio, el uso de drogas, el sida, al
conducir ebrios, u otras causas asociadas a un estigma social, muchos padres
experimentan a menudo una sensación más profunda de culpabilidad, al pensar que
su hijo vivía con serias dificultades.

Los padres se preguntan a menudo que
habrían podido hacer para prevenir las situaciones que pudieron haber causado la
muerte de su hijo.

 Las afirmaciones de otras personas, que tratan de consolar a los padres diciendo
que el hijo falleció como resultado de sus propias acciones, no puede aliviar el
dolor que experimentan los padres, ni sus intensos sentimiento de aislamiento y
derrota.

 En
muchos casos el hijo adulto habrá vivido en una localidad lejana de la casa de
sus padres, y muchos habrán logrado establecerse en sus propios hogares y
carreras. Pero es también un error creer que esto puede llegar a aminorar el
dolor que siente un padre, ya que un hijo siempre permanece cerca en el corazón
de un padre, por más distancia física que haya entre ambos.

 También es cierto, sin embargo, que cuando fallece un hijo que convive en el
hogar de sus padres, toda su rutina se ve alterada, agregando más cambios a los
ya -dramáticamente- experimentados.

 Algunos padres que sostenían a su hijo adulto, si es que éste era física o
mentalmente discapacitado, o bien tenía dificultades con las drogas o el
alcohol, pueden haber concebido a este hijo como el centro de sus vidas, con lo
que su muerte les deja un enorme vacío en su rutina diaria, lo que agrega más
pena y sensación de pérdida.

 Otros puntos relacionados con la pérdida de un hijo adulto



Tener que hacerse cargo y ocuparse de temas relacionados con sus propiedades
finanzas, herencias, testamentos u otras cuestiones legales.


Si el hijo/a adulto estaba casado o tenía una familia, el círculo de amistades
se centrará generalmente en el padecimiento de su pareja e hijos, y no en sus
padres.


Tratar con los nietos e intentar consolarlos. Los padres de luto generalmente
están desgastados, tanto física como emocionalmente, y el continuar con la
crianza de los nietos, que también están emocionalmente desvastados, puede ser
muy difícil de realizar.


Notificar del fallecimiento a todos los amigos de sus hijos, del secundario, de
la universidad, de los trabajos, los vecinos, y la comunidad religiosa. Muchos
hijos adultos han desarrollada una vida llena de amistades que no incluye
necesariamente a los conocidos de sus padres.



Tener que aceptar que la pareja del hijo/a adulta, tiene derecho a
rehacer su vida y a volver a casarse.


Muchos padres, especialmente aquellos que sean mayores o que hayan perdido a su
único hijo, experimentarán miedo y preocupaciones con respecto a quién tomará su
cuidado durante sus últimos años, o en el caso de su salud falle.



¿Si el padre era financiera o emocionalmente dependiente del hijo adulto, de
dónde sacará ahora su ayuda?

 De cara al futuro

 Muchos padres sienten que no tienen razón para vivir, pero también pueden pensar
en distintas formas de lograr salir de este intenso dolor. Asegúrese de que,
aunque muy posiblemente también se sienta de esta manera, pueda lograr un nuevo
propósito y significado en su vida.

El dolor se calma. Uno de los desafíos más
exigentes a los que usted hará frente, es a una nueva forma de encarar su vida.
La pérdida de un objetivo, y vivir pensando en que hará de su vida sin su hijo,
pueden ser realmente muy perjudiciales.

 Como familia, hable de esta muerte con otros miembros; hable de su pérdida y de
su dolor. Hable de los buenos momentos que usted tanto recuerda, como también de
los no-tan-buenos tiempos.

Otros miembros de su familia (su pareja, hijos,
nietos) se afligirán de su propia manera. Intente entender esto. Es mejor
expresar las sensaciones antes que guardarlas dentro. El llanto es sano y
terapéutico.

 Deje que sus amigos le ayuden. Cuando le pregunten que pueden hacer ellos por
usted, no se asuste de comunicarles sus necesidades y las posibilidades que
ellos tienen de ayudarle. Esto, también les ayudará a ellos.

 Muchos padres han encontrado que participando de un grupo autoayuda, pueden
lograr realmente muchos avances.

Al compartir sus experiencias con otras
personas que han recorrido el mismo camino, se puede ganar una mayor comprensión
de sus reacciones, y aprender diferente formas de hacer frente a la desgracia.
En caso de extrema necesidad, es también recomendable la búsqueda de ayuda
profesional.

 Muchos padres en duelo, desean también hacer algo constructivo en memoria de sus
hijos o hijas. Muchos han establecido fundaciones, becas, reparto de libros a
bibliotecas, plantado árboles, o e han implicado en la ayuda comunitaria.

Para
muchos, estos monumentos mantienen vivas las memorias de sus hijos, dándole a
ellos mismos y a los demás la oportunidad de sentir la belleza de la vida y el
amor de los hijos o hijas actualmente perdidos.

 Estas actividades no sólo son un tributo maravilloso hacia sus hijos, sino que
también pueden ser muy curativas y terapéuticas, proporcionando además un
sentido en la vida de los padres.