Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

Dejemos que ellos aprendan por si mismos…

Muchos piensan que la autoestima es algo que se obtiene desde chico. Que se saca de padres, profesores, abuelos y cualquier adulto cercano. Que si queremos hacer felices a los niños, nunca hay que hacerlos sentir mal o decirles que fallaron, y entonces podrán tener una autoestima positiva, ingrediente fundamental para la felicidad….

Y
es cierto. Los niños con alta autoestima son usualmente felices consigo mismos.
Pero lo contrario (tal como uno lo entiende habitualmente), no es necesariamente
cierto.

Tener contentos a los niños no es lo mismo que hacerlos sentir bien ni
que consigan elaborar una adecuada
autoestima. Por ejemplo, es una costumbre
comprar cosas a los niños para que estén contentos, pero esa no es la forma de
hacerlos sensibles a saber quiénes son o qué pueden hacer por si mismos.

Ese
proceso debe ser un trabajo interno de los propios niños. Con autoestima no se
nace, se aprende, muchas veces por el camino más duro. Trabajando sobre las
dificultades y fallas, aprendiendo de los errores, encontrando soluciones y
sacando lo mejor de cada tropiezo.

Nosotros
siempre tratamos de crear un “mundo perfecto” para nuestro hijos y nietos,
inventando situaciones que nunca los harán felices. Al hacerlo, los estamos
privando de un montón de oportunidades y de la posibilidad de aprender a
encontrar soluciones.

Los hacemos creer que son el centro del universo y les
damos una falsa fotografía de la realidad. Los chicos que aprenden y viven sus
propias experiencias, son quienes tienen mayores posibilidades de crear su
propia, y correcta, autoestima.

Esa
conciencia se fabrica progresivamente. Encontrando soluciones y trabajando en
los problemas: En ese proceso, el adulto tiene la tarea de alentarlo, sostenerlo
y guiarlo.

De
esa manera, los chicos entenderán que los adultos en sus vidas no son los
responsables por su felicidad, que ellos son quienes deben forjar su futuro y
crear una forma de entender las cosas desde su funcionamiento y no porque
alguien se los dijo.

Las
fallas y errores proveen un pasaje a “la tierra del crecimiento” en donde se
sitúan las formulas para solucionar los problemas. Y entonces dejaremos a los
chicos, comprender que son los verdaderos responsables de sus vidas y que con
sus consejos y compañía, deben aprender a vivirla.

Es
duro para los padres y abuelos ver a un hijo o nieto, tropezarse, cometer
errores o fallar. Pero es muy importante comprender, que esa es la única forma
de conseguir la experiencia y desarrollar las armas de supervivencia para el
futuro.