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El ejercicio y el alcohol

¿El deporte va de la mano con el alcohol? ¿Por qué algunos de los mejores deportistas son también grandes bebedores?


No es una broma, es algo que ocurre cada vez más en la vida real. Y los
estudios demuestran que, una vez que se insertan en el mundo del deporte, los
corredores
más dedicados y otros deportistas que hacen ejercicio con cierta
frecuencia, tienden a tomar más alcohol que el ciudadano promedio.

Un estudio de 2009 de la Universidad de Miami reveló que cuanto más ejercicio
realiza una persona, más alcohol bebe, y que las mujeres más activas son las que
consumen la mayor cantidad de alcohol mensual.

Este es un fenómeno muy peculiar,
que mantiene a los científicos desconcertados desde 1990, cuando apareció la
primera investigación que enunció esta relación entre alcohol y ejercicio. Pero
se esperaba que, en algún momento, el patrón se revirtiera, y que los mayores
bebedores comenzaran a hacer menos ejercicio. Pero esto nunca sucedió.

Por el contrario, este estudio del año 2009, realizado entre más de 230.000
hombres y mujeres, reveló que, en promedio, los bebedores de ambos sexos y de
todas las edades (no sólo los veinteañeros) eran 10 por ciento más propensos a
realizar ejercicios físicos, como por ejemplo correr. Los bebedores más
habituales realizaban ejercicio durante 10 minutos semanales más que los
bebedores moderados y 20 minutos más que los abstemios.

Esta tendencia es particularmente pronunciada en las mujeres, especialmente en
las mujeres activas y educadas que, según un estudio reciente del departamento
de Salud Pública de la Universidad de Columbia, están bebiendo más que nunca.

En
parte, el progreso puede ser la raíz de este mal: con un número creciente de
mujeres que trabajan y que ocupan otros ámbitos que antes eran exclusivos para
los hombres, se ha vuelto cada vez más socialmente aceptado que las mujeres
salgan y tomen alcohol tal como lo hacen los hombres.

El ejercicios y las calorías del alcohol

Una teoría sencilla que manejan los científicos para establecer esta conexión
entre el alcohol y el ejercicio es el fenómeno de la mañana siguiente. En este
caso, las mujeres que salen de fiesta y toman unos tragos de más (y tal vez
comen un poco de más) sienten la necesidad de quemar esas calorías corriendo
varios kilómetros al día siguiente.

Las mujeres que toman alcohol podrían simplemente hacer más ejercicio porque
quieren quemar esas calorías y evitar aumentar de peso. También pueden tomar más
simplemente porque pueden hacerlo, ya que saben que van a quemar esas calorías,
por lo que están menos preocupadas por el aumento de peso.

Pero hacer ejercicio para liberarse de los pecados nocturnos no explica por qué
alguien podría salir de una clase de spinning e ir a tomar unos tragos,
situación que también ocurre con una frecuencia sorprendente.

Esto, dicen los
investigadores, podría ser consecuencia de una filosofía del tipo de "si trabajo
mucho, puedo divertirme mucho". Hay muchas personas que son buscadores de
sensaciones, y estas personas se
involucran en actividades que producen sensaciones intensas y se aburren
rápidamente de aquellas cosas que no les producen estas sensaciones.

Para otros, puede ser una cuestión de liberar la tensión. Lo cual podría ser la
explicación de por qué algunas mujeres buscan liberar su tensión diaria con
clases de gimnasia con estilo militar, o emborrachándose, o ambas cosas.

El
ejercicio estimula la liberación de serotonina, que es un antidepresivo natural,
así como también dopamina, que es el principal neurotransmisor del cerebro. Nos
hace sentir bien. El alcohol tiene un efecto similar, por lo tanto, emborracharse alivia las
preocupaciones (aunque sólo sea temporalmente).


Todo vale en pos del placer



La desventaja de la constante activación de estos elementos antidepresivos es la
siguiente: el cerebro se acostumbra a ellos y quiere más. Por lo que
no es sorprendente que alguien que anhela correr una carrera de 10 km. o un
entrenamiento exigente también será usualmente propenso a tomarse un trago de
más.

Estudios realizados en animales confirman este efecto. En un estudio de 2010,
los científicos de la Universidad de Houston tomaron un grupo de ratas amantes
del alcohol y, a la mitad de ellas, les dieron ruedas para correr, mientras que
la otra mitad mantuvo una vida sedentaria durante tres semanas.


Entonces sacaron
las ruedas y les ofrecieron a la mitad de los roedores de cada grupo bebidas
alcohólicas, sospechando que las ratas que habían estado en actividad iban a
beber menos que las perezosas. Pero se equivocaban. Bebieron más.

Curiosamente, estos estudios sugieren que, de manera moderada, el
ejercicio y el alcohol pueden sustituirse el uno al otro como un medio para
lograr una sensación de bienestar, permitiéndole a la gente cambiar un elemento
natural y altamente sano (el ejercicio) por uno potencialmente dañino (el
alcohol).


Pero esto pierde validez cuando una persona toma grandes cantidades de
alcohol, lo que podría suceder cuando un solo trago o dos no le producen ningún
efecto después de una sesión de entrenamiento.

El tira y afloje de las neuronas


En teoría, existe un beneficio adicional en esta conexión entre el ejercicio y
el alcohol: tomar alcohol en exceso puede producir apoptosis, y puede generar
muerte de algunas células del cerebro.


El entrenamiento físico, por el
contrario, aumenta significativamente la producción de neurotrofinas, lo que le
permite generar nuevas células cerebrales. Este es uno de los
beneficios del ejercicio: es una especie de super-fertilizante para el cerebro
que duplica o triplica las neuronas, y mejora la función cognitiva.

Habiendo dicho esto, no se deje engañar,  y no piense que su visita al gimnasio
le da un pase libre para beber alcohol. Estar en forma puede hacerlo sentir
inmune a los efectos nocivos del consumo de alcohol, como las enfermedades
hepáticas, las diabetes y ciertos tipos de cáncer, e incluso podría hacerle
pensar que nunca va a convertirse en alcohólico.


Pero, en realidad, esa misma
investigación de la Universidad de Columbia demostró que cada vez más mujeres se
están volviendo alcohólicas. Y como mujer, usted sigue siendo vulnerable ante
los riesgos reales (y físicos) de sobrepasarse.

Por un lado, las mujeres tienen proporcionalmente más grasa corporal y menos
agua, por lo que no absorben ni diluyen el alcohol como lo hacen los hombres.
También tienen una menor concentración de deshidrogenasa, la principal enzima
que metaboliza el alcohol en el cuerpo.


Los cambios hormonales de las mujeres
empeoran las cosas, ya que el estrógeno afecta el metabolismo del alcohol. Es
por eso que una bebida alcohólica puede no producirle ningún efecto una noche y
emborracharla unas semanas más tarde.

Las mujeres también se vuelven víctimas de enfermedades relacionadas con el
alcohol más fácilmente. Son más propensas que los hombres a desarrollar
trastornos del hígado y a sufrir daños en el cerebro y el corazón producidos por
el alcohol.


El alcohol también incrementa la probabilidad de contraer cáncer de
mama. Y el consumo excesivo de alcohol puede provocar todo esto, sin importar la
cantidad de ejercicio que realice.
Otra consecuencia menos grave, tomar demasiado alcohol también es perjudicial
para su rendimiento deportivo.


Tomar cinco o más bebidas en una sola noche
afecta al cerebro y al cuerpo durante varios días. Incluso cantidades menores,
especialmente en las mujeres, pueden afectar su estado físico en casi todos los
niveles.


¿Cuánto alcohol es demasiado?

Nadie está diciendo dejar el alcohol por completo. El consumo moderado de
alcohol (dos tragos al día para los hombres, y uno para mujeres) está asociado
con la longevidad. Sin embargo, algunos expertos tienen tendencias un poco más
liberales, hay quienes sugieren no tomar más de tres tragos y que entre cada uno
tomen agua, que te mantiene hidratado y ralentiza el efecto del alcohol.


Los signos de advertencia de que usted (o un amigo) están en problemas son los
mismos si el problema es el exceso de ejercicio o de consumo de alcohol.


Si usted está gastando un montón de tiempo haciendo cualquiera de las
dos actividades y no cumple sus obligaciones laborales y personales, si cada vez
tiene que aumentar la cantidad de esa actividad para obtener el mismo efecto, si
se siente muy irritable cuando no puede realizar esa actividad, entonces tiene
un problema.


Después de una noche de copas, déle a su cuerpo unos días de descanso del
alcohol. Si usted bebe sólo de vez en cuando, tomarse unos días de descanso es
una buena manera para darle descanso a su organismo, para que pueda absorber
todos los nutrientes que necesita de los alimentos, y para restablecer un patrón
de sueño saludable y ayudar a su cuerpo a recuperarse.


También
puede probar con el yoga. Las investigaciones demuestran que esta actividad
puede ayudarle a aumentar los niveles de GABA de su cerebro, lo que también
ayuda a evitar la depresión y a reducir la ansiedad, pero sin resaca. Podría ser una manera efectiva de reducir la necesidad de recurrir a
otros remedios para el estrés menos saludables.


Otros hábitos poco
saludables de los deportistas:

Tienen relaciones sexuales riesgosas

En comparación con quienes no practican deporte, los deportistas son más
propensos a beber antes o durante las relaciones sexuales (un comportamiento
sexual arriesgado).

Los trastornos alimentarios

Un veinticuatro por ciento de las mujeres que practican deportes de
resistencia tienen comportamientos alimentarios peligrosos, como por ejemplo los
atracones, contra un 9 o 10 por ciento de las mujeres que no son deportistas.

Exposición al sol

A pesar de ser más vulnerables al cáncer de piel que las personas promedio, el
85 por ciento de los atletas universitarios admitieron no usar protector solar.

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