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La intencionalidad en lo cotidiano

Desde donde te encuentres ahora, sea en el transporte público, en la escuela, en el trabajo, en la calle o en tu casa, el universo te está dando oportunidades de mejorar al mundo…

¿Qué es la intencionalidad?

"La subjetividad no recibe pasivamente las impresiones de los objetos en sus órganos sensoriales, la subjetividad funciona activamente en el conocimiento y configuración de los objetos y funciona a través de actos, de acciones fuera de sí que le permiten dar con ella misma, verse reflejada en los objetos que intenciona". R. Zúñiga.

El acto de la vida se ha convertido, para muchos, en un vulgar círculo de tedio y monotonía. Las presiones sociales, la rutina neurótica, las tensiones por resolver los problemas de la vida nos apartan del sentido, de la intención que le queremos dar a nuestra existencia.

Así -sin detenernos a reflexionar que si pusiéramos intención de espíritu al marasmo cotidiano podríamos convertirlo en algo sustantivo- sufrimos en lo ilusorio y desdeñamos la extraordinaria oportunidad de dar expresión a lo trascendente.

Entonces, para cubrir ese vacío existencial y dar un respiro a la ansiedad, optamos por el absurdo convencional de agendar el encuentro con el espíritu superior, de dar a la experiencia espiritual su tiempo y su lugar aparte: en la misa dominical; en los cursos o el taller que se toma con tal gurú; en los retiros espirituales; en los momentos (generalmente pocos) de recogimiento interior.

Es innegable que todo esto es de gran ayuda, sin embargo lo sagrado es el instante, de modo que vivir espiritualmente es la intención de reconocer que cada momento es una bendición eterna, que la vida toda no por fragmentos- es Dios en manifestación.

Se hace necesario entender que vivir espiritualmente es un compromiso transpersonal, es la Vía que enseñan todas las religiones (Orientales y Occidentales), es el Estado de Gracia que han conocido los grandes maestros.

Para ello no es necesario recluirse en un monasterio o irse a vivir a una ermita. Desde donde te encuentres ahora, sea en el transporte público, en la escuela, en el trabajo, en la calle o en tu casa, el universo te está dando oportunidades de mejorar al mundo.

Es aquí donde la intencionalidad une lo que nos presenta el universo con la representación-intención que nosotros demos a éste ‘(…) estableciéndose así -dice Rodrigo Zúñiga- la relación cognoscitiva, en la que sujeto y objeto se determinan mutuamente (no existe ningún objeto sin un sujeto que lo construya, ni tampoco existe un sujeto sin un mundo que le es obligatorio vivir)’.

Un ejercicio sencillo para ejercitar la intencionalidad es el siguiente

Escuchar por la mañana y por la noche durante tres días seguidos El Bolero de Ravel (Maurice Ravel 1875-1937) pieza de características interesantes para el tema que nos ocupa: se trata de una pieza en tono de do mayor (símbolo de lo elemental), lo que la hace accesible al oído.

Es la repetición obstinada de un mismo tema (representa lo cotidiano), pero que, sin embargo, cada reiteración del motivo es diferente por la voluptuosidad progresiva de la instrumentación (que significa el enriquecimiento de la vida a partir de la intencionalidad).

La modulación de do a mi mayor, en la cúspide del Bolero, quiere decir que un mismo tema puede ser interpretado en otra tonalidad (es decir que una misma experiencia puede ser entendida desde una perspectiva completamente distinta).

Al escuchar esta música se deberá hacer un esfuerzo sincero por entenderla intuitivamente en relación a la intencionalidad que, se recomienda, lejos de aplicarla a eventos sofisticados o intelectuales, se descenderá a lo sencillo de la vida cotidiana.

Estos son algunos ejemplos que a partir del cuarto día se llevarán a la práctica:

• Despertar
. Cada vez que sale el sol abres los ojos a un renacimiento, a una extraordinaria oportunidad para cerrar ciclos, para perdonar, para dar amor ilimitado e incondicional, para hacer más habitable este mundo y para alcanzar la misión interior a la que hemos sido llamados(as).

Mostrar nuestro agradecimiento al universo en cada renacimiento con oración o meditación significa un comienzo en compromiso con el espíritu.

Baño. El agua es el símbolo de la pureza y la purificación de cuerpo, mente y espíritu. Bañar cuerpo, mente y espíritu significa limpiar las impurezas físicas y hacer un esfuerzo sincero por ser mejor o aún por cambiar para bien el sentido de tu vida.

El maestro Jesús (…) fue bautizado. Al instante que salió del agua se le abrieron los cielos y vio bajar el Espíritu de Dios a manera de paloma, y posar sobre él. (Mateo 3,16).

Ahí comenzó su misión. Que cada baño que hagas sea de aguas bautismales para la purificación de cuerpo, mente y espíritu en la conciencia de tu más sagrado compromiso interior.

El Buda, antes de iniciar su camino hacia la iluminación purificó cuerpo y espíritu en las aguas del río Nairanjana, lo que significó la determinación de su más alta búsqueda.

Desayuno. El ayuno es la ausencia de alimento físico en el organismo y es otra manera de purificación. El ayuno nocturno (lo haces cada noche) se debe ofrecer al espíritu. Al ayuno nocturno le sigue el desayuno.

En muchos templos se procura que esta primera comida sea frugal, preferentemente vegetariana y con el ánimo de nutrir el cuerpo y darle fuerza para seguir el abrupto sendero espiritual.

Es importante bendecir los alimentos y no mostrar desagrado por ninguno de ellos, más bien agradecimiento. Finalmente se debe servir únicamente lo que se va a comer sin dejar ni una migaja.

Trabajo en casa. Antes o después del desayuno es importante, para el desarrollo interior, el trabajo físico. Hace poco más de mil años que el monje Huai-Hai enseñó esta manera de merecer los alimentos, es memorable su frase: Si no trabajo no como.

La tradición Zen la conoce con el nombre de Samu y en los templos consiste en barrer, sacudir, trapear, limpiar excusados, paredes, puertas y ventanas con el fin de hacer meditación concentrada en movimiento, dar vigor al cuerpo y fortalecer la mente.

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