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Comenzando a planificar un retiro adecuado

Los cambios que se están registrando en todo el mundo en el sistema de jubilaciones y pensiones nos obligan a tomar el futuro en nuestras manos, al no poder ya confiar en el sistema estatal.

Las
viejas certezas y seguridades están desapareciendo. El envejecimiento de la
población, el desempleo y el crecimiento de la deuda externa son factores que,
aislados o en conjunto, afectan a la mayoría de los países del mundo y envían
aceleradamente al arcón de los recuerdos al
sistema jubilatorio tradicional:
estatal, universal, solidario y vinculado con el nivel de ingresos de la etapa
activa.

Nos
guste o no, es la realidad y nos obliga a tomar ahora decisiones sobre nuestro
futuro. Es decir, a hacer algo que no es habitual para el común de la gente
fuera de los países anglosajones:
previsiones financieras
a largo plazo.

Y
largo plazo significa cuanto antes mejor, ahora mismo y no cuando tiene el
problema encima.

Comenzamos
con esta una serie de notas que tienen el objetivo de servir de orientación
para esta tarea tan necesaria como infrecuente, partiendo de tres reglas básicas:

-Responsabilidad:
Usted es el único que puede decidir sobre sus objetivos y el estándar de vida
que quiere haber alcanzado al momento de la jubilación, y es también el único
que puede cambiar los mismos sobre la marcha.

-Autoconocimiento:
Sólo usted sabe con qué se contentará y cuáles son los riesgos que está
dispuesto a correr para alcanzar sus objetivos.

-Flexibilidad:
Debe estar dispuesto a cambiar en función de las variaciones e imprevistos de
la economía y de su vida.

Planificar
no quiere decir dejar de vivir el presente en aras de un futuro “mejor”. Por el
contrario, significa planear nuestro futuro económico para vivir lo mejor
posible HOY asegurándose al mismo tiempo el MAÑANA.

Lo
primero que debe tener en cuenta en la planificación de su futuro financiero es
la eventualidad de ciertos acontecimientos que suceden en la vida de todo el mundo:


– Salud: No se trata sólo de la longevidad y el
fallecimiento, sino también de la calidad de vida y la eventualidad de
enfermedades graves o invalidantes.

– Divorcios y separaciones

– Matrimonios o vida en común

– Hijos: Sobre todo educación y, en los tiempos que corren,
hasta cuándo dependerán de usted.

– Eventualidad de cambios laborales e, incluso, periodos sin
empleo.

– Mudanzas

– Fiestas familiares de importancia

– Viajes


Ayuda a los padres y otros familiares

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