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Cirugía láser ocular: ¿es para ti?

Todos comentan los efectos maravillosos de la cirugía láser sobre la visión. Y es cierto. Pero también es importante que conozcas los riesgos que implica

Operaciones por cirugía láser 

¿Estás cansado de perder tus anteojos o de limpiar y colocarte las lentes de contacto todas las mañanas? Tal vez, quieres mejorar tu apariencia sin las molestias provocadas por las lentes o quieres dejar de cambiar de anteojos según la ocasión.  

Incluso, puede que tu actividad laboral o deportiva hagan del uso de anteojos y contactos un problema, y estés necesitando una mejoría en tu visión. 

Cualquiera sean las razones, no existen dudas acerca de la popularidad de la cirugía ocular láser. Pero, ¿es un procedimiento seguro? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Cuánto ayudará a tu vista?  

Las respuestas a estas cuestiones te ayudarán a decidir si este procedimiento es adecuado para ti. 

¿Qué es una cirugía láser ocular? 

Este tipo de cirugía ocular reforma la córnea esculpiéndola a con el láser. Existen dos tipos de cirugía ocular láser: LASIK y PRK. Aunque que ambas utilizan el mismo tipo de láser y moldean el ojo de la misma manera, tienen un procedimiento de abordaje diferente. 

En el procedimiento PRK, el láser no realiza ningún corte previo de la lámina corneal. Las pulsaciones de luz ultravioleta y de alta energía, que duran sólo billonésimas de segundo, sacan tejido de la superficie de la córnea. Esto permite que los rayos de luz se enfoquen directamente en la retina. La cantidad de tejido que se extrae es determinada por la cantidad del defecto óptico a corregir.  

Por su parte, el procedimiento LASIK hace una pequeña incisión para remover la capa superior de la córnea durante la cirugía. Existen diferencias menores en los síntomas postoperatorios resultantes.  

¿Es segura la cirugía láser? 

Aunque se la considera una cirugía de bajo riesgo, y que puede ser hecha en forma rápida, siempre existen posibles complicaciones a la hora de realizar una intervención. Tus ojos son muy delicados y dependes de ellos para casi todas las actividades que realizas.  

Por eso, es importante que comprendas todos los riesgos potenciales, incluyendo la pérdida de la visión, que implica este procedimiento. 

La mayoría de los pacientes deberá convivir con cierto grado de dolor e incomodidad por algunos días. La visión borrosa y la sensibilidad a la luz son frecuentes, y generalmente desaparecen en los días siguientes a la operación.  

Sin embargo, hay quienes padecen de la prolongación de los síntomas por meses, y en algunos llega a ser permanente. Asimismo, existen otras complicaciones que pueden causar daños permanentes en la visión, aunque en algunas ocasiones una segunda cirugía puede corregirlos. 

Como ocurre con todas las cirugías, hay un riesgo potencial de infección. Por lo general, para reducir las posibilidades de infección, se recomienda operar cada ojo por separado en lugar de los dos al mismo tiempo.  

La mayoría de las infecciones son controladas con medicamentos sin presentar grandes complicaciones, sobre todo cuando los tratamientos son adecuados. 

Otro riesgo posible es que haya un exceso o deficiencia en el tratamiento de la condición. La deficiencia puede ser solucionada con otra intervención, pero el exceso en el tratamiento es irreparable.  

Desafortunadamente, cada individuo responde de forma diferente a la cirugía y los resultados no pueden ser garantizados. Es posible que una persona continúe necesitando lentes correctivos, incluso después de la cirugía, aunque la dependencia será mucho menor. 

Siempre que un individuo está contemplando una posible cirugía, es importante que reciba una presentación realista de los riesgos y beneficios por parte del cirujano. Investiga el procedimiento y la trayectoria del cirujano interventor antes de dar el visto bueno a la operación. 

¿Quiénes son candidatos a la cirugía láser? 

  • Mayores de 20-21 años.
  • Con una alteración de la refracción estable, que no haya evolucionado en los dos últimos años.
  • La córnea debe estar en perfectas condiciones, sin lesiones corneales, con un espesor normal del tejido corneal.
  • Los mayores de 45 años deben tener en cuenta una posible presbicia que les obligará a llevar gafas para ver de cerca.
  • No son candidatos los afectados de enfermedades del colágeno (lupus, artritis reumatoide) queratocono, herpes corneal, SIDA o enfermedades autoinmunes.

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