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La economía en la actitud social del individuo

Viejos y nuevos paradigmas económicos, y su papel en la vida cotidiana  

La Economía como su nombre lo indica, se refiere a la administración de los bienes de un individuo, familia, corporación, etc., entre tantos otros conceptos también válidos como la buena administración del tiempo y de otras cosas inmateriales, o cuando se refiere al ahorro de dinero, y por extensión al ahorro de trabajo, tiempo, etc.

Pero me inclino por la primera porque es la que apunta directamente al individuo, en referencia al uso de los recursos de que posee para poder administrarlos de la mejor manera posible, y hacer frente así, a los gastos necesarios tanto para desarrollar su actividad, como para cubrir sus necesidades más inmediatas, producto de un conjunto de preceptos sobre el mejor uso que puede hacerse de los productos destinados al consumo inmediato, privado o familiar, como también a la coordinación de las iniciativas según un plan establecido por una autoridad económica, que define las variables que van a inferir en el mercado, sin que el individuo como persona pueda influenciar, y solamente deberá someterse o sentirse obligado a respetar las reglas que la economía impone  y deberá cumplir en forma indefectible, esté de acuerdo o no.

Los movimientos de la economía, ya sea doméstica, política, dirigida, de bienestar o como sea, son trasladados de una forma invisible desde los más altos estamentos hasta el simple individuo, pasando por todo tipos de instituciones públicas, privadas, corporaciones, sociedades, etc, desgranando todas  las variables que has sido dispuestas desde el Ministerio de Economía del gobierno de turno, y aún más allá, sujeta a una economía globalizada que rige los destinos de la humanidad.

De acuerdo a esto, vemos que el individuo recibe, sin elección, una serie de preceptos que desconoce, pero que tiene que cumplirlos, porque los movimientos económicos domésticos y cotidianos, atados a una más compleja gama de variables micro o macroeconómicas, según estén dirigidas a un sector o a toda la economía en general, influencian en su desarrollo y manejo social, y él debe adaptarse y manejarse  de acuerdo a ellos.

En este plano, vemos que los individuos y la sociedad en general, se va adaptando a la economía política (ciencia que estudia las leyes de producción y distribución de bienes que satisfacen las necesidades humanas) de turno, algunas veces dirigida, en las que las iniciativas económicas son coordinadas según un plan o programa común regulado por una autoridad política superior; en otros casos a una política neoliberal o de mercado, que hace hincapié en una competencia imperfecta, que regula el mercado de una manera invisible y produciría los cambios necesarios en la economía sin regulaciones de ninguna clase.

El individuo, haciendo uso de su derecho a voto, puede elegir una forma u otra, de acuerdo al pensamiento del candidato o partido al que elija  votar, y con eso puede resolver su problema de conciencia y estar satisfecho si gana lo que él a elegido, y así lo consiguiera, tampoco estaría resuelto todo, ya que tendrá que esperar cuando asuma, si pone en practica todo lo que prometió en su campaña proselitista, mientras tanto está resignado a esperar y a seguir soportando lo que la economía le está deparando en ese momento, por que ésta no para, es una cuestión de todos los días, y todos los días deberá resolver como solucionar sus ocasionales problemas económicos, que influencian notablemente sobre su vida y comportamiento social.

Entonces tenemos a un individuo que bien o mal, este de acuerdo o no, haya votado al candidato y al plan económico de sus sueños, que le va a resolver todos los problemas, y así hubiera ganado, no puede sentirse con la satisfacción que el derrame de la economía llegue hasta su hogar, en forma mágica e instantánea a resolver su economía doméstica, que tendrá que llevar adelante para alimentar, proteger, educar y darle una vivienda adecuada, a su familia, desarrollando todo tipo de actividades.

Deberá levantarse todos los días con trabajo o no, dispuesto a afrontar lo que le depara la economía. Podrá estar mejor o peor, pero de acuerdo a esa circunstancia su entorno social y su mismo desenvolvimiento, se verá afectado de una manera u otra, y sus reacciones podrán ser diversas, puede someterse calladamente a ellas soportando o disfrutando de su condición social, o salir a dar a conocer sus inquietudes, protestas, proyectos, ideas, etc. para que de alguna manera, se puedan ir corrigiendo, y aún, si se puede y se tiene influencias o poder económico o político, a modificar ciertas variables para que lo social se convierta en algo que se pueda disfrutar, vivir y una forma de resolver situaciones normales que a veces la economía no lo permite y afecta los sentimientos mas hondos de los lazos familiares y las relaciones personales que se ven prácticamente avasalladas, provocando situaciones insostenibles que perjudican el buen entendimiento entre las personas, con la que el individuo mantiene diaria y continuamente una relación de comunicación.

La problemática social que el individuo vive, como consecuencia del desarrollo de la economía, se debe a que no se ha sabido adaptar a la misma o que la misma no lo cobija, y pasa a ser un excluido social, y deja de tener la cobertura necesaria, que el Estado tiene la obligación de darle, pero que no alcanza a darle respuesta.  

Por lo tanto, el individuo es una variable más, puede o no tener resultados positivos, pero no deja de ser un elemento más, que deberá adaptarse al juego materialista de los números, que solamente ve en cifras, quienes alcanzan o no el nivel de subsistencia mínima, o quienes son pobres o quienes dejan de serlo, de acuerdo al ingreso que pueda tener cada uno, sin entrar a observar más detenidamente a cada individuo y su problemática cotidiana.

La influencia de la economía sobre la actitud social del individuo, no va a depender entonces si la economía lo tiene en cuenta o no, sino de los resultados de ésta sobre su propia condición social, que puede llegar a favorecerlo o no, incluyéndolo o abortándolo porque no responde o no alcanza a cumplimentar los requisitos necesarios para poder quedar insertado en la misma.

El problema de la exclusión social se ha transformado en algo normal en la economía argentina, sometiendo a estos excluidos a la atención del Estado, a través de planes que de alguna manera pretende reinsertarlos al circuito económico, pero de una manera marginal y degradante que cada día va deteriorando más y más al individuo que se encuentra en ese estado, sometiéndolo a denigrantes actitudes y caer en circunstancias extremas que lo llevan a cometer delitos de toda índole (robos, secuestros, prostitución, comercialización de drogas, etc.) para poder subsistir.

La actitud social del individuo se va acomodando a su circunstancia económica, si está en la escala social alta, puede permitirse utilizar todas las variables económicas que están al alcance de todos, pero que la pueden utilizar solamente aquellos que  alcanzan cierto nivel económico, y que corresponde a un 10 % de la población.

Los que le siguen en la pirámide, que podría llamarse una clase media alta también pueden alcanzar socialmente ciertos niveles, pudiendo cumplir con todas las obligaciones sociales que le impone el desenvolvimiento normal de cualquier familia (alimentación, educación, esparcimiento, cultura, etc.) logrando que sus hijos puedan desarrollarse normalmente.

Las restantes capas sociales, comienzan a tener problemas de subsistencia, por supuesto de mayor a menor, desde las clases media baja, baja y por supuesto, con mayores problemas la clase indigente, que cada día es mayor.

Como resultado nos encontramos que el 40% de la población se encuentra debajo de la línea de la pobreza, y que no encuentra soluciones inmediatas posibles, y su situación social se encuentra seriamente afectada, debido a que la economía le ha pegado muy duro durante muchos años, y a pesar de su recuperación, todavía no ha podido llegar en plenitud a los sectores más bajos de la población, por lo cuál la actitud del individuo es como de resignación ante una situación compleja y delicada que está resentida y que no logra dar soluciones inmediatas, comprometiendo seriamente su futuro y el de su familia.

A veces sin trabajo, y con un sustento muy bajo no logra satisfacer sus necesidades básicas más inmediatas, entonces, cae en un deterioro social  lamentable, por decantación, sufriendo las consecuencias, sin poder resolverlas o resolviéndolas de una manera informal y delictuosa que agrava aún más su situación social.  

Las soluciones pueden ser diversas, y diferir en el tiempo, según se ponga en funcionamiento tal o cual plan, pero la realidad existe y el individuo debe resolver su situación día a día, entonces su actitud es diversa, de acuerdo a como incida la economía en su bolsillo o en su entorno.

Algunas veces, toma una actitud de resistencia, tratando de luchar en forma incondicional, sorteando todas las dificultades de alguna manera u otra, saliendo a la calle a tratar de resolverla, en forma individual, de acuerdo a las herramientas que tiene en sus manos para poder lograr lo que pretende y al final del día conseguir algo más para él y los suyos.

Otras veces se manifiesta en forma de protesta, y cada día sale a la calle a protestar para conseguir algo que lo satisfaga, por lo menos que lo escuchen y vean su necesidad, buscando que la sociedad o el Estado, al ver su situación, dé alguna respuesta, aunque sea momentánea.

En otros casos, trata el individuo de agruparse con otras personas para lograr en forma asociativa lo que no puede lograr en forma individual, concretando proyectos, realizando emprendimientos válidos, tratando de progresar en forma conjunta y resolver así, sus problemas individuales o de familia.

Otros tratan de conseguir las cosas en forma informal y delictiva, porque creen que es la respuesta más inmediata para resolver su problemática social.

Sea como sea, el individuo nunca se queda quieto ante la incidencia de la economía en su situación social, ya sea en forma progresista, de protesta, asociativa, informal o delictiva, tiene que resolver su situación, y obtener un resultado, no siempre es positivo, pero está  obligado a lograrlo, y día a día, deberá enfrentar el desafío para que su condición social no se estanque sino que progrese, siendo esta su finalidad esencial, aunque a veces no lo consiga.  

No deja de ser una situación compleja, que debe resolver de acuerdo a la circunstancia económica que se le presente, como en juego de ajedrez, debe ir adelante en las jugadas para no caer en situaciones comprometidas que le pueden jugar una mala pasada, sin conocer demasiado de variables económicas, debe conseguir que las mismas jueguen a su favor para poder conseguir los resultados esperados.  

No es fácil, ni todos pueden conseguirlo, pero hay una realidad, todos tratan de hacerlo, de alguna manera u otra, no dejan de intentarlo. El individuo es así, pelea con la economía hasta el final, a veces ganando a veces perdiendo, pero sin dejar de resignarse, porque sino sería imposible vivir, subsistir, existir o como le guste llamarlo, pero es así,  porque el paso del tiempo es indefectible y con él la vida, y a ésta hay que mantenerla para no perderla, siendo una lucha conseguir las cosas necesarias para que esto ocurra.

No puede bajar los brazos, debe seguir intentándolo, sea como sea, esa lucha es diaria, cruel, despiadada, sin cuartel, sin condiciones, necesaria para la subsistencia mínima y normal de cada individuo.

En resumen, debo decir que la incidencia de la economía en la actitud social del individuo es total, no se puede desligar de ella, siempre lo estará presionando, para que de alguna u otra manera, logre resolver su condición para poder seguir adelante en un camino interminable, que lo obliga a no detener su andar, y a resolver todas las situaciones que se presentan a diario, malas o buenas, y lograr así los resultados esperados para que su vida tenga alguna razón de ser, y quienes lo rodean puedan encontrar satisfacción necesaria para poder desarrollarse en una sociedad que no da treguas, y económicamente exige resultados, más allá de lo que cada individuo puede lograr.
 

Ante esta problemática, debemos plantear una solución para este individuo que se encuentra en una situación de indefensión,  al que hay que darle las herramientas adecuadas para que pueda ir construyendo, paso a paso, de abajo hacia arriba, una nueva forma de hacer frente las distintas situaciones económicas, y aún, con su participación activa, poder corregirlas y adecuarlas, así lograr un mejoramiento de su calidad de vida.

Primeramente, debe recuperar su identidad como persona y darle un sentido a su vida, para que recupere la posibilidad de una estabilidad, que le permita vivir de su trabajo, y sea, protagonista inexcusable de la transformación social.

La misma necesidad del individuo le debe dar el empuje necesario para participar en la atención de los problemas que se presentan en su comunidad (empleo, educación, salud, transporte, servicios públicos, infraestructura, medio ambiente, seguridad, justicia, etc.) y canalizar sus inquietudes a las autoridades locales competentes.

Lograr una buena formación para elevar su nivel cultural o de conciencia, participando en charlas, cursos, talleres, conocimiento de sus derechos como ciudadano, práctica cultural, etc.

De esta manera, podrá intercambiar opiniones (discusión) con sus pares, con entidades o con las autoridades de gobierno,  sobre las distintas políticas económicas a aplicarse, para lograr influenciar sobre su implementación o sobre su desarrollo, para que las mismas puedan ser lo más efectivas posibles para que puedan beneficiarlo no solamente a él, sino también a la comunidad que lo rodea.

Y por último, lograr  la participación de otros miembros de la comunidad para que hagan lo mismo, y formar una organización, conformada con individuos consustanciados con su problemática, capacitados y formados, y además, con capacidad de diálogo,  que tendrá más fuerza en los reclamos y más posibilidades de alcanzar logros más efectivos.

La emergencia social debe ser la motivación para lograr a través de las organizaciones sociales una movilización social de todos sus estamentos en forma convergente, de abajo hacia arriba, y también, en forma horizontal entre los miembros de la comunidad, desde el docente al médico, desde el trabajador social al funcionario que maneja los nuevos recursos laborales, desde el obrero al empresario, y de esta manera lograr la reconstrucción del modelo social solidario, más equitativo, a través de una red social, basada principalmente en los jóvenes, que se afiance en la lucha por la derrota del analfabetismo, la cultura solidaria de la salud preventiva, la recuperación de la cultura del trabajo, su marco legal y la protección de los trabajadores, el afianzamiento de los mecanismos sociales solidarios, y la recuperación del rol del estado en el establecimiento de un modelo social que permita la redistribución de la riqueza a favor de los sectores más desprotegidos.

Para ello, es necesario un compromiso solidario, en el cuál el que más gana aporte por el que menos tiene, el más joven haga más esfuerzo por el más viejo y el más sano por el más enfermo, logrando así un equilibrio social que permitirá cumplir con todos los requerimientos sociales: salud, seguridad, vivienda, previsión, trabajo, emprendimientos, producción, etc.

Este compromiso debe nacer, crecer y reproducirse en cada individuo, para que de esta manera logre los cambios necesarios para una transformación social de la economía.
 

Los viejos paradigmas 

Primeramente, debemos analizar los viejos paradigmas que rigieron los destinos de la economía política argentina, y por lo tanto, su consecuencia sobre la actitud social del individuo.

Todo comienza, con los albores de la independencia, que de alguna manera marca el hito más importante de nuestra historia, aunque  no la hayamos logrado nunca, porque salimos del dominio español para caer en el dominio inglés (14 años después), que indirectamente nos ató a su imperio a través de la economía que en ese momento dominaba  el mundo, y también con  un empréstito, caro, inútil e impagable como el otorgado por la Baring Brothers, por el que se tardó más de 80 años en poder pagar.

Este modelo mercantil, portuario, dependiente y centralista, va a regir los destinos de nuestra nación. La centralización determinaba que todas las mercaderías que se importaban terminadas, entraban por Buenos Aires, y los productos naturales con bajo valor agregado, también salían por el mismo lugar, creando desde entonces el germen nocivo y obligado de los sobreprecios, excesos de fletes, apoderamientos indebidos y, por supuesto, contrabando. Buenos Aires era la expresión política y gerencial concurrente de sus clases altas y de los intereses económicos extranjeros, sobre todo de Europa y en especial del Imperio Inglés.

A mediados del siglo pasado, las ideas de Alberdi, imponiendo una Constitución centralista, y afirmando conceptos  tales como una administración fuerte, centralización financiera y económica, alianzas con caudillos regionales, generaron al mismo tiempo, una clase dirigente que rodeaba al gobierno en áreas tales como: la cultura, la salud pública, la financiera que fueron fundamentos de un modelo de nación.

Con el predominio Unitario (Urquiza, Mitre, Sarmiento, Avellaneda), que deja sin representación los intereses del interior, o sea,  los intereses sociales de los sectores menos competitivos al modelo rentístico y agroexportador, hace que éstos al sentirse desplazados comenzaran inorgánicamente, a generar una nueva corriente política de tipo movimientista, con nuevos intereses sociales-políticos-económicos, pero heredando algunas debilidades del viejo partido federal (Rosas), como el individualismo político, con una visión regional. 

Pero todo predominio económico trae también consecuencias políticas, y este modelo gobernante que se basaba en la tercera República Francesa post revolucionaria, en el liberalismo económico, y en la Constitución de Norteamérica, que se extiende hasta casi 1915, produjo la primera gran resistencia de los excluídos de ese modelo, nucleados en la denominada Unión Cívica, formación política que se llamaba así, por su oposición a la negación de los derechos igualitarios por parte de la oligarquía conservadora que desde 1890, se había consolidado como un verdadero partido Cívico- Militar, encabezado por Julio A. Roca.

La burguesía urbana es la primera que reaccionó y asumió la representación de los excluidos (inmigrantes, pequeños productores y comerciantes, trabajadores, etc.), y la Unión Cívica se convirtió en el primer intento por fuera del sistema, y la negación del sistema gobernante a su participación produce las llamadas crisis revolucionarias, generando las condiciones del debilitamiento del régimen, que culmina con la aceptación del voto universal, secreto y obligatorio en 1912, abriendo el sistema político y haciendo realidad el primer movimiento nacional y popular, nacional, porque une los intereses del interior del país, con lo sectores urbanos, y popular, por las expresiones mayoritarias y nuevas que no habían gobernado hasta el momento por la exclusión social.

Con Irigoyen, renace la expresión de un movimiento político que se basa en tres conceptos básicos: decisión nacional, autonomía económica y representación popular.
 

Pero todo esto termina con el primer golpe militar del siglo en el año 1930, luego de catorce años de gobierno radical, que marcaron una etapa importante en cuanto a autonomía con respecto a los intereses de los imperios y una decisión nacional en lo económico. 

Esta nueva contradicción histórica surge por el nuevo escenario internacional con predominio imperial norteamericano, frente al nacionalismo europeísta de las naciones como: Alemania e Italia y el marxismo internacional de la Unión Soviética.

De aquí surgen dos paradigmas que subsisten inevitablemente hasta nuestros días: 

a)      Todo escenario internacional modifica los campos de acción nacional y toda acción nacional se adapta a favor o en contra de las ideas predominantes internacionales.

b)      Toda idea política y poder de los núcleos sociales se adaptan al predominio del orden económico vigente.

El orden conservador, que no puede lograr su acceso al poder a través de los votos, lo consigue, utilizando la fuerza militar, negando la voluntad popular, y aliándose nuevamente con los sectores económicos internacionales. Da comienzo a lo que se dio en llamar “la década infame”.El radicalismo se divide, integrándose parte de él al régimen.


Entre el 35 y el 45, surgen voces como la Arturo Jaureche y Raúl Scalabrini Ortiz, marcando un acceso a la discusión política a través del grupo  FORJA, sosteniendo ideas como: que no hay movimiento nacional que no sea popular, que hay que subordinar la economía a la política , que el sistema político siempre debe absorver a los excluídos,  que  tiene que haber movilidad política y que el pueblo siempre se organizará a pesar de sus dirigentes.

Estas ideas son llevadas a la práctica por el General Juan Domingo Perón con el agregado de una fuerte impronta y de una participación inédita hasta ese momento en el país, generando la primera ola de inclusión social en América Latina.

Las características principales de esta década peronista, fueron:


a)      Fuerte predominio del Estado sobre el mercado (aunque no permitió la creación de un empresariado nacional sólido).

b)      Fuerte acción del Estado en la inclusión social y político (voto femenino, derechos del trabajador, acción social, autonomía política y comercial, sustitución de importaciones, etc.)

c)      Incorporación al grupo de los no alineados en política internacional.

d)      Fuerte autonomía frente a los centros financieros.

e)      Fuerte limitación a los mecanismos institucionales de la oposición política (permitiendo que ésta se volviera antisistemática, generando una polarización inevitable).

La gran división de la economía capitalista y dirigista de los bloques (EEUU -. URSS) y los prejuicios contra el peronismo, impidieron una mayor disposición del capital autónomo que hubiera impedido la caída de Perón.

La oposición de las grandes corporaciones, el límite de la porción de la renta nacional a los ganaderos, la limitación sistemática de la oposición,  la falta de sustento del capital nacional, la inclinación de las fuerzas militares a los sectores opositores y el debilitamiento del campo popular, crearon las condiciones para el golpe y el exilio de Perón.

A pesar de hacer todo lo posible la Revolución Libertadora para recomponer las alianzas con todos los sectores económicos y sociales desplazados por el peronismo, la proscripción de éste produce resistencia, oposición y la fractura de la sociedad argentina, no pudiendo legitimizar el nuevo régimen político.

La alianza del peronismo con el radicalismo frondicista, genera un nuevo campo reducido pero posible de una nueva política nacional y popular, priorizando la industria nacional, perdura hasta la caída de Frondizi, que es derrocado por el capitalismo financiero unido a intereses nacionales conservadores.

El sistema democrático y electoral, al estar proscrito el peronismo,  es muy débil, y algunas experiencias democráticas posteriores resultaron precarias y con falta de legitimidad (gobierno de Illia).

El golpe militar posterior, que pone en el gobierno a Onganía, pretende ignorar el problema y trata de imponer un gobierno neoconservador-militar, pero el proceso se radicaliza, adquiriendo características más antagónicas y violentas (el cordobazo, el viborazo, etc.).

Simultáneamente se va produciendo un proceso de transformación en las ideas económicas reinantes, abriendo los mercados y contrayendo grandes préstamos de capital. Comienza a aplicarse el capitalismo financiero en base a la doctrina del neoliberalismo, aplicando el concepto que el capital no tiene fines, sino en sí mismo, y sólo debe perseguir la rentabilidad.

La Nación no interesa como entidad, sino las riquezas individuales que posee, a las cuales el capital buscará adquirir.

La vuelta a la democracia con el triunfo de Cámpora y el posterior regreso de Perón al poder, quiebra ese ciclo, pero su gobierno es debilitado por los enfrentamientos internos, y más con su muerte, y el acceso a la presidencia de su esposa Maria Estela Martinez, inexorablemente cae en 1976.

El proceso militar posterior, oscuro y sangriento, impone con Martinez de Hoz, otra vez la política neoliberal, reinante en el mundo occidental, que obliga a los países a ejercer políticas de mercado sin limitaciones, y haciendo contraer grandes préstamos de capital, endeudando a empresas eficientes y con buenos resultados, como YPF, para que con el transcurrir del tiempo, y con un endeudamiento impagable, fuera privatizada.

Con el advenimiento del radicalismo alfonsinista (Raúl Alfonsin), se retorna nuevamente a la democracia, que pretende ser más participativa, pero a pesar que se diferenció en lo económico del régimen militar anterior, fue muy débil la profundización de la economía nacional y la visión de nuevas ideas económicas.

Carlos Menem, asume en 1989, con las máximas expectativas, tomando las banderas de un gobierno popular, pero al poco de andar su verdadera intención y práctica política implicó el restablecimiento de la economía de mercado, imposición de las privatizaciones improvisadas, sin precios reales, no preservando fuentes de energía estratégicas como el petróleo, dejándolo totalmente en manos privadas, privilegiando al capital internacional, por sobre todas las cosas, “vendiendo”, con la convertibilidad y posterior estabilidad, un equilibrio económico ficticio y suicida.

La Globalización, fenómeno excluyente en el campo económico y cultural, surgida después de la caída del muro de Berlín (Alemania), se convirtió en un paradigma indiscutido, en todos los países dependientes como el nuestro, que se ataron a ella en pos de un modernismo, que trajo aparejado la desaparición de casi la totalidad de las industrias nacionales, la quiebra de muchas empresas y explotaciones agropecuarias, y por lo tanto, un nivel de desocupación nunca experimentado en el país.

La falta de espíritu crítico y formación política económica por parte de la dirigencia, el derrotismo intelectual del campo nacional y la falta de participación de los jóvenes en la vida política, lleva al país a la crisis política de conducción y al vacío más serio de la historia, agravándose con la lamentable experiencia de la Alianza, que lleva al gobierno a De la Rúa, que a pesar de las expectativas, no logra cambiar el proceso, sino que lo agrava, terminando con un anticipado y abrupto alejamiento del gobierno, desatándose una debacle económica, que los sucesivos gobernantes (Rodriguez Saa, Puerta, Duhalde), aunque algunos efímeros, tratan de acomodar, suspendiendo el pago de la deuda externa, con una desprolija devaluación de la moneda, un programa económico improvisado y una posterior declaración de default, que sería la introducción a la asunción de un nuevo gobierno (Kirchner), elecciones mediante, que trata de rescatar una política nacional y popular, aunque con algunos signos de debilidad y con fuertes condicionamientos para poder llevarlas a cabo.

Resumiendo, los viejas paradigmas, serían:


a)      Endeudamiento externo inútil y caro. País permanentemente deudor, con una deuda externa impagable y mayoritariamente ilegal.

b)      Organización federal, pero con comportamiento político-económico centralista, concentrando todo, quizás por una configuración geográfica, en la ciudad de Buenos Aires.

c)      Vocación democrática endeble, que muchas veces burló la legitimidad de la voluntad popular, pacíficamente expresada en las urnas, y muchas veces arrasadas por experiencias militares.

d)      El escenario internacional modifica los campos de acción nacional y toda acción nacional se adapta a favor o en contra de las ideas predominantes internacionales.

e)      Toda idea política y poder de los núcleos sociales se adaptan al predominio del orden económico vigente.

f)        Globalización de la economía, en perjuicio de los países dependientes.

g)      Exclusión social.
 

OSVALDO CAMPANARI
CONTADOR PUBLICO NACIONAL
GENERAL PICO – LA PAMPA
[email protected]