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Ya no queremos tanto a Lucy

La mujer de hoy en día ya no es la de “Yo quiero a Lucy”. ¿Es “Sex and the City” el nuevo paradigma?



Ya no queremos tanto a Lucy

Una pregunta polémica anda
dando vuelta en toda charla que discuta el concepto actual de género femenino y
masculino: ¿las series americanas tales como SEX IN THE CITY, COUPLING US ,
DESPERATE HOUSEWIVES y FRIENDS, representan a la mujer occidental actual?

 

¿Cómo
viven los hombres esta “nueva” Eva que se fue gestando en esta era en la que
dejaron el cucharón por el attaché y el zaguán por el anticonceptivo?

 

Esta nueva Julieta autosuficiente que añora un Romeo pero se acuesta con todos
los personajes masculinos de Shakespeare y cuando finalmente aparece su héroe lo
mira extrañada preguntándose, tratando de recordar: “¿yo no hice el amor con vos
alguna vez?”.

 

En un episodio de YO QUIERO A
LUCY de la década del 50, Lucille Ball se quejaba ante su esposo Desi Arnaz, de
las agotadoras tareas de la casa, envidiándolo pues consideraba que el papel del
hombre en la sociedad era el más cómodo.

 

Su marido, que subestimaba la
labor de una ama de casa, la desafía entonces a intercambiar los roles durante
una semana: ella deberá buscar un empleo y trabajar en una empresa mientras él
se dedicará a atender el hogar y a la semana compararán las experiencias para
ver quién tenía razón.

 

Esto motiva incesantes
enredos y situaciones cómicas, entre ellas, las vicisitudes de Lucy en una
fábrica de chocolates, al no hacer a tiempo a poner dentro de unas cajas, y con
las manos, los bombones que pasan delante de ella por una cinta transportadora ,
y comienza a llenarse los bolsillos, las manos y finalmente la boca.

 

Mensaje explícito: la mujer
fuera de su casa es una inútil.

 

En un capítulo de la
temporada pasada de la serie FRIENDS, Mónica (Courtney Cox) presenta a su nueva
pareja (Tom Selleck) a sus amigos, en el bar que siempre los reúne.

 

Entonces su
amiga Phoebe (Lisa Kudrock) se levanta de su sillón y va a saludarlo diciéndole:
“ de los seiscientos ochenta novios que tuvo Mónica, tú eres el más simpático
de todos”.

 

En ese grupo todas las
chicas trabajan, algunas viven solas y ninguna está casada. Es más, a veces,
cuando un joven les propone matrimonio escapan víctimas del pánico.

 

Es indudable que la
televisión, que ya superó ampliamente los cincuenta años en Estados Unidos y
otro tanto en estas tierras, muestra (especialmente en las comedias humorísticas
donde se trata el aspecto risible de la vida cotidiana) los cambios en el
imaginario social de “masculino-femenino” que las mujeres provocaron y
promocionan, y los hombres no terminan de aceptar del todo.

 

En la época de Yo Quiero
a Lucy, las chicas no tenían amigos varones, salvo algún tontito como el
“Coquito” de Joe Rígoli en La Nena.

 

Hoy tienen (en la
pantalla y en la vida) amigos varones, amigovios (amistad con sexo ocasional),
compañeros de trabajo en cuyas casas de quedan a dormir o con los que hacen
viajes por el mundo o se van de vacaciones, a pesar de estar en pareja con otro
hombre.

 

Lucy se confesaba con su
vecina, y la esposa del Dr. Cándido tenía confidencias con su cuñado cura; hoy
las mujeres las charlas íntimas las tienen con sus compinches varones, muchos de
los cuales les “tiran onda” o se les declaran directamente, y ellas aunque no
los rechacen como amantes, los siguen aceptando como amigos y todo está bien,
todo está muy bien…..para ellas.

 

Las doncella, en las
épocas de El Teleteatro Para La Hora del Té esperaban vírgenes el himeneo
nupcial con su héroe, el galán de moda.

 

Hoy las parejas se entrecruzan más de
una vez y uno adivina que Julieta al final terminará enamorada de Romeo porque
en los títulos de la telenovela aparecen como protagonistas.

 

A la esposa de la
familia Ingalls jamás se le hubiera ocurrido divorciarse e irse a vivir con un
homosexual, un extraterrestre o un fantasma.

 

Pero, vayamos a los
observables.

 

En
la época de YO QUIERO A LUCY (años 50), las mujeres:

· Solían casarse con el primer novio; era prácticamente imposible que mantengan
varias relaciones antes de casarse, puesto que, entre otras cosas, era mal
visto. Los matrimonios se celebraban de jóvenes y cuando se comenzaba una
relación estaba preestablecido que era para toda la vida… aunque a veces no
fuera la persona correcta.

· Toleraban muchísimas cosas de sus maridos, desde infidelidades hasta
carencias en la relación, así y todo, éstas continuaban. Primero porque el
divorcio era juzgado por la sociedad y segundo por los hijos. A esto se le
sumaba el hecho de que las mujeres dependían económicamente de los hombres.

· Llegaban vírgenes al matrimonio y descubrían el sexo en la noche de bodas. De
esta manera se casaban siendo puras y castas.

· Vivían en casa de sus padres hasta el día de contraer matrimonio; la sola
idea de pensar en la posibilidad de vivir solas o bien con sus parejas, era algo
impensado.

· Se dedicaban a ser amas de casa y no trabajaban fuera de ella. Cuidar a los
hijos (a quienes concebían a una temprana edad) y atender a sus maridos eran las
tareas a cumplir para ser considerada una excelente madre y esposa.

· La familia estaba por sobre el trabajo, de hecho, no trabajaban ya que su
responsabilidad estaba en cuidar su hogar y a su familia para que nada les
falte.

· Un hijo sólo debía ser concebido con el marido y de forma puramente natural.

· No tenían amigos varones y mantenían relaciones de amistad con pocas mujeres
de su círculo que actuaban de confidentes. Aunque seguramente, temas como el
sexo, el dinero o los problemas de pareja no eran hablados abiertamente como en
los años noventa. Los hijos y la casa era los puntuales temas.

· No sólo que en esa época las diferencias sexuales no estaban explicitadas, y
las relaciones de pareja se reducían a algo tan simple como “hombre-mujer”, sino
que de no haber sido así, a nadie se le hubiera ocurrido tener algún tipo de
relación con una persona “de esas características diferentes” y hubiera sido
juzgada muy severamente.

En la época de FRIENDS y SEX IN THE CITY (años
90-2000), las mujeres:

· Tiene varias parejas antes de elegir la persona para toda la vida. Parejas
que pueden ser estables, con más o menos compromiso y ocasionales (que sólo
signifiquen encuentros sexuales). La edad para casarse se ha extendido, dándose
esto a partir de los veinticinco años y siendo incluso normal hacerlo después de
los treinta.

· Tal vez más prácticas, o quizás menos pacientes y luchadoras, las parejas de
hoy en día anulan sus matrimonios si las cosas no funcionan. Ya no es un hecho
mal considerado y además, las mujeres cuentan con la posibilidad de solventarse
por ellas mismas y de dar un bienestar a sus hijos. Lograron una independencia
económica que permite que esto sea posible.

· Las relaciones sexuales las descubren desde muy pequeñas, manteniéndolas no
sólo con sus parejas sino también con personas que conocen eventualmente y que
están juntos solo por una “cuestión de piel”.

· Gran parte suele, previo al casamiento, pasar por la experiencia de vivir
solas o con su pareja. Incluso, muchas parejas tienen hijos y llevan la vida de
un matrimonio, sin pasar por la iglesia jamás.

· La mujer se insertó en el mercado laboral desempeñando cargos que antes sólo
eran ocupados por los hombres. Tiene grandes responsabilidades y horarios
complejos. Esto hizo que tengan hijos de más grandes, cuando ya se encuentren
afianzadas en un empleo y habiendo cumplido sus metas en ese ámbito que les era
prioritario. De todos modos suelen seguir trabajando luego de haber sido madres,
momento en el que además del trabajo comienzan a ocuparse de los ahora más
complicados y variados quehaceres domésticos, necesidades de los niños y/o
marido, de la casa, etc. además de las suyas propias. La palabra que las
caracterizaría sería mujeres multifacéticas.

· Muchas mujeres consideran hoy en día al trabajo como su máxima preocupación,
postergando la idea de armar una familia, o bien, de tenerla, dedican el mismo
tiempo a su labor que el que dedicaban cuando eran solteras.

· Hay desde matrimonios convencionales, cuyos hijos gozan de la hoy
“extraordinaria suerte” de tener a sus padres juntos, hasta madres solteras o
hijos que llegan al mundo por métodos científicos o por adopción.

· Consideran la relación de amistad con los hombres como algo normal y pasó a
ser uno de los vínculos más comunes. De hecho, muchas mujeres encuentran una
mayor confianza en ellos que en las personas de su propio sexo. Se quedan a
dormir en sus casas, se van juntos de vacaciones, se muestran afectuosos y se
cuentan sus respectivas historias del corazón. La amistad ya no significa que
“haya algo más”, aunque siempre puede ocurrir que una parte se confunda. Si esto
sucede muchas mujeres deciden mantener una relación íntima con esta persona, lo
que no signifique que la amistad no pueda continuar.

· Tener gente allegada con otra condición sexual es absolutamente familiar.
Así, hoy estamos rodeados de gays, lesbianas o travestis con quien podemos
mantener un vínculo de amistad o de pareja.

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