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Convivir con los hijos adultos, un fenómeno cada vez más frecuente

Los hijos de hoy en día tardan cada vez más en irse a vivir solos. Pero razones no les faltan…

Si durante los tiempos de nuestra juventud algún
amigo se quedaba a vivir con sus padres luego de cumplir 21 o 22 años,
seguramente hubiera sido visto como una persona extraña, con algún tipo de
problema emocional que le impedía desarrollarse e independizarse.

De hecho, años atrás el ingreso a la vida adulta
estaba dado justamente por el hecho de vivir solo, con lo que dejar de hacerlo,
significaba la permanencia de la atadura y la dependencia con los padres.

Pero los tiempos han cambiado mucho, y lo que
tiempo atrás era una excepción, por cierto no muy bien vista, hoy en día parece
ser la norma, al punto tal de que parece extraño que cualquier hijo comience a
vivir sin sus padres antes de cumplir los 25 o 26 años.

A simple vista, la principal razón de este
fenómeno, tiene relación con las cuestiones materiales o económicas, pero un
abordaje más profundo nos demuestra que estas cuestiones pueden ser necesarias,
pero no suficientes, para explicarlo.

En efecto, la crisis económica tiene un peso
significativo, pues la falta de trabajo, o las bajas remuneraciones, hacen que
sean muchos los jóvenes que se ven impedidos de afrontar las erogaciones que
implicaría la compra o alquiler de un hogar, así como el pago de los servicios
públicos y la alimentación.

Incluso, son muchos los casos de familias en cuyo
presupuesto es fundamental la colaboración de los hijos, con lo que la partida
sería tan imposible para los chicos, a quienes no les alcanzaría para vivir
solos, como para la familia misma, que no tendría forma de suplantar ese
ingreso.

Asimismo, dentro de las razones laborales, se puede
mencionar también la cuestión de la alta capacitación, cada vez más importante
para conseguir trabajo. Sucede que si antes alcanzaba con tener un secundario
completo, hoy en día se requieren títulos universitarios, posgrados y masters,
con lo que los jóvenes necesitan dedicarle un mayor tiempo al estudio y uno
menor a sus proyectos de independencia.

Todas estas son razones económicas que explican, en
parte, el hecho de que muchos jóvenes, con la anuencia de sus padres, decidan
permanecer en su hogar paterno por mucho más tiempo que en el pasado.

Tal es así, que ya son muy pocos los que piensan
que un joven que vive con sus padres es un ser dependiente o sin proyectos,
pues de hecho son varios los que eligen seguir viviendo con sus padres
justamente para preservar sus planes de independencia, y no tomar
responsabilidades que puedan llegar a frustrar estos proyectos.

En este sentido, los especialistas señalan que la
sociedad parece entender que, hoy en día, una persona es adulta por su
capacidad de tomar decisiones y hacerse responsable de sus actos, antes que por
el simple hecho de partir de su casa paterna.

De esta forma, se considera más adulto a un joven
que vive con sus padres pero tiene trabajo, aporta en la casa, y se capacita
para el futuro, antes que otro que vive sólo, pero gracias al mero aporte de
sus padres.