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Evitando los errores más comunes en la investigación genealógica

Los errores que se pueden cometer una búsqueda genealógica, pueden ser perjudiciales para toda la investigación, pues nos podrían hacer tomar caminos equivocados y malgastar tiempo y esfuerzo. En esta notas, le contamos cuales son las equivocaciones más comunes, y óomo evitarlas

Las
investigaciones genealógicas suelen estar basadas en fuentes antiguas e
imprecisas, que a menudo llevan a cometer varios errores, los cuales podrían ir
empeorando a medida que avance la búsqueda, montada sobre estos datos
incorrectos. Por eso, poseer métodos de investigación correctos, es esencial
para localizar la mejor información acerca de sus antepasados, y para obtener
conclusiones acertadas acerca de los mismos.

Como
es lógico, todos podemos haber cometido errores u omisiones en nuestra
investigación en alguna que otra oportunidad, pero si bien algunos de estos
errores pueden ser mínimos y sin importancia, otros nos podrían hacer tomar un
camino equivocado, llegando incluso a seguir el rastro de una persona que nada
tenga que ver con nuestra ascendencia. Por eso, aquí le proporcionamos algunos
puntos para evitarlos:

1.
Cantidad no es calidad

Antes
que nada, es necesario saber que se puede localizar mucha información mirando
tan sólo unos pocos tipos de archivos, como los de censo, las Biblias de
familia, los certificados de casamiento o los certificados de defunción, los
cuales son a menudo muy buenos puntos de partida.

Sin
embargo, también existen una gran cantidad de otras fuentes que podrían ser
también muy buenos indicios, como por ejemplo los registros de tierra y
propiedad, los de impuestos, los judiciales, las listas de pasajeros de barcos,
los registros de inmigración y naturalización, de Seguridad Social y de
Jubilación, así como los directorios de la ciudad, los registros del servicio
militar, los de pensión, y las publicaciones de las sociedades genealógicas e
históricas, por sólo nombrar unos pocos. La clave, entonces, sería no
limitarse, sino tratar de estudiar todos los recursos alternativos posibles.

2.
Un ojo crítico

Es
también esencial que sepa que no todo lo que leerá es exacto, por lo que una
pequeña y sana dosis de escepticismo, sería muy útil para su investigación.
Por caso, los registros de censo son un buen ejemplo de la información que
debería ser tomada con pinzas, y contrastada luego con otras fuentes. De hecho,
los datos del censo son tan exactos como la rigurosidad que el censor aplicó, y
si en efecto esta persona estaba algo cansada, o era bastante vaga, es posible
que sólo haya preguntado a los vecinos referencias de sus antepasados para
completar su perfil, sobre todo si ellos vivían en un alto piso por escalera, o
en una granja alejada.

De
la misma forma, las biografías y genealogías que se publican, así como otra
muchísima información que se puede encontrar en Internet, podrían contener
también más de una discrepancia o error. Por eso, es fundamental que, siempre
que le sea posible, verifique lo encontrado, tratando de confirmar o corroborar
con otra fuente los datos encontrados en cualquier lugar, especialmente en los
mencionados anteriormente.

3.
Un arma de doble filo: los resúmenes, sumarios, extractos, y transcripciones

Aquellos
archivos o registros que hayan sido copiados o publicado por terceros, son a
menudo una fuente extra de problemas, ya que son más que comunes los errores de
interpretación y trascripción de los datos, sea por falta de claridad en los
originales o por una interpretación errónea de un documento.

De
hecho, muchas veces los errores en el deletreo de los apellidos, las omisiones
de algunos nombres, o las faltas de descripciones precisas, son muy frecuentes
en los abstractos y las transcripciones, y es por eso que es muy importante que,
en lo posible, luego hallar uno de estos abstractos, sumarios, o transcripciones
se busque una copia de los documentos originales. Cuando los encuentre, podrá
ver que a menudo es factible encontrar una información adicional muy
importante, y otra que contrasta con la erróneamente incluida en los resúmenes.

4.
Una persona y varios nombres

Tal
vez le parezca raro que alguien cambie sus nombres o apellidos, pero debe saber
que en otros tiempos esto era muy común, y de hecho la gente solía modificar
sus nombres sin atravesar ningún proceso legal previo. Este hecho, sumado al
que muchos nombres se escribieron o fueron registrados inexactamente, -en más
de una oportunidad a causa de su complejidad-, es muy importante de tener muy en
cuenta, ya que muchas veces un nombre o apellido similar al suyo podrían
referirse a su ancestro.

Por
eso, sería importante que comience su investigación con una lista de deletreos
alternativos posibles de los nombres y apellidos, y esté tan atento de estos
como del que busca.

5.
El mapa equivocado, el camino equivocado

Un
error muy común en muchos investigadores, es malgastar el tiempo y dinero por
no utilizar un mapa o guía correcto para su investigación. Sucede que a medida
que los países crecieron, sus condados o provincias se subdividieron en nuevos
condados y provincias, cuyas fronteras por supuesto cambiaron, también a causa
de las guerras y conflictos políticos.

Por
eso, si busca por ejemplo un registro de casamiento, debe asegurarse de
encontrar la oficina pública en la que crea se aloja ese documento, para lo
cual deberá utilizar un mapa actualizado con el fin de determinar en que ciudad
actual sucedió realmente el acontecimiento, y un mapa del mismo área pero del
tiempo en que ocurrió este casamiento. Así, si la ubicación actual es en un
condado diferente, o en otra jurisdicción gubernamental, debería contactar o
visitar, -además de la oficina actual-, aquella ubicada en la nueva ciudad,
para saber si todavía tiene copias del registro.

6.
El mismo lugar, un nombre diferente


Otra
falencia común de los investigadores amateurs, es que se rindan cuando no
encuentran el nombre de un lugar que ya no existe o, peor todavía, cuando
desean seguir en base a suposiciones. Para evitar cualquiera de estos caminos
erróneos, se debe saber que siempre se pueden encontrar mapas viejos u otras
referencias que indiquen el nombre del lugar, y puedan llevarlo a encontrar el
sitio donde se encuentran los archivos de su ancestro.

Nuevamente,
utilizar el mapa correcto es fundamental y extremadamente importante para
localizar estos pueblos y aldeas pocos conocidos o ya desaparecidos, en cuyas
oficinas públicas se podrían localizar los registros buscados. Si los atlas o
diccionarios geográficos viejos no lo pueden ayudar, trate de buscar otros
registros alternativos, como aquellos confeccionados por las viejas oficinas de
correos o las antiguas listas de estaciones de los ferrocarriles.

7.
Otros caminos, un mismo destino

En
más de una oportunidad, los investigadores amateurs desperdician mucho tiempo
siguiendo caminos anteriormente tomados u otros similares, que los llevan a
encontrar la misma información, pero a perder mucho tiempo. Esto sucede por los
olvidos que, lógicamente, pueden presentarse en una investigación que demanda
mucho tiempo e información.

Por
eso, es importante tener anotado los recursos que ya ha investigado en el
pasado, incluyendo aquellos no han tenido utilidad, para no malgastar sus
esfuerzos. En este sentido, un árbol o calendario de investigación le podría
ser muy útil para registrar los pasos que ha dado. Los mismos pueden ser
guardados por apellido, por individuo, por área geográfica, o por cualquier
otro método de organización que le resulte más efectivo.

8.
Los materiales encontrados, útiles para siempre

Una
de las técnicas más útiles en cualquier investigación, pero más pasada por
alto por los genealogistas amateurs, es reexaminar el material que han obtenido
y consultado previamente. En este sentido, es importante saber que cuando se
descubre nueva información, es importante contrastarla y compararla con los
datos que ya posee, para así valorar correctamente la viabilidad y factibilidad
tanto de la información nueva como de la vieja.

Para
esto, debería preguntarse si los datos nuevos y viejos concuerdan, si se
complementan, si existe alguna discrepancia, y en el caso de que sea así, si
una fuente es mejor o más segura que la otra, pero teniendo mucho cuidado en
los parámetros que utilizará para hacer esta última comparación, para lo
cual será útil aplicar lo señalado anteriormente, es decir tener en cuenta si
la fuente de la información es original o ha sido transcripta por otras
personas.

Tenga
en cuenta que es muy importante reexaminar continuamente los datos que ha
adquirido, ya que si bien muchas veces los mismos forman perfectos rompecabezas
de la vida de su antepasado, en donde todas las piezas encastran con la mayor
precisión, en muchas otras oportunidades, sin embargo, estas piezas son
imposible de unir, y los nuevos datos le podrían proporcionarle más preguntas
que respuestas.

9.
Sus parientes, los mejores informantes

Lo
que siempre debe saber, es que sus parientes son, también, algunos de sus
mejores recursos. Posiblemente en más de una oportunidad habrá leído en
nuestra sección de genealogía cuán importante es entrevistar a todos sus
parientes, pues sus recuerdos de nombres, lugares, acontecimientos, y demás
detalles, pueden ser puntos de partida inapreciables para la investigación de
otras fuentes complementarias.

Pero además, los familiares pueden
también tener en posesión material muy importante, como Biblias familiares,
cartas, diarios o cartas, así como registros militares, testamentos,
escrituras, certificados de casamiento, o muchos otros tipos de documentos y
archivos que quizás estén dispuestos a prestarle o a dejarle copiar.