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Duendería, la magia que vive entre nosotros

Los duendes ya dejaron de estar reservados a los confines de algún jardín o al secreto culto de algunos fanáticos. Por eso, hoy en día es posible verlos en todo tipo de negocios, como así también asistir a talleres o encontrar publicaciones dedicados a ellos

Los duendes dejaron hace
tiempo de ser algo marginal, reservado solo a los jardines frontales de algunos
hogares suburbanos o al culto de algunos pocos fanáticos, para lograr
transformarse en un objeto más de consumo, apareciendo de esta forma en
billeteras, llaveros, portallaves, veladores, portalápices, ceniceros, e
infinidad de otros elementos de uso diario.

 Este fenómeno se
encuentra sustentado en una demanda que ha venido creciendo considerablemente
durante los últimos años, tiempo en el que estas simpáticas comenzaron a
popularizarse y masificarse entre la sociedad, gracias a sus simpáticas formas y
las creencias de buenos augurios.

 De hecho, actualmente se
los puede observar en todo tipo de lugares, como ferias artesanales, tiendas de
segunda-mano, locales de antigüedad, e incluso, -en algunas ciudades-, locales
especialmente destinados a su comercialización, que suelen ser dentro de cabañas
fabricadas o revestidas con corteza de álamo, balcón, y puertas ventanas
redondeadas, imitando el hábitat “original” de estos seres fantásticos.

 Asimismo, también
proliferó la cantidad de publicaciones al respecto, tanto en papel como en
sitios de Internet, como así también talleres especializados en los cuales se
enseña su historia o la forma de armarlos.


 Creencia para la esencia

 Según afirman los
artesanos, creer en estos diminutos personajes es esencial para poder
fabricarlos con esencia, asumiendo que se trata de hijos que tienen la misión de
llevar un mensaje ancestral, y pueden lograr reconciliarse con la naturaleza.

 Por eso mismo, estos
artistas señalan que no sólo importará el material con el que lo vayan fabricar
(madera, masilla epoxi, cerámica, yeso o porcelana), sino que también es
necesario lograr que los mismos transmitan espiritualidad, pera lo cual es muy
importante creer en ellos. Y en efecto, no son pocos los que dicen haberlos
visto alguna vez en persona, o aseguran que sus propias creaciones realizan
travesuras durante la noche.

 Por esta razón, la
mayoría de los artesanos no toman este arte con un fin comercial, y son muy
cautelosos al decidir a quienes se los venderán, ya que aceptan que la gente los
tenga como adornos, e incluso como fuente de buenos augurios (aunque muchos
descrean de estas cuestiones esotéricas), pero de ninguna manera que se los
posea sin mayores compromisos.



 
Leyendas ancestrales
 

 Lo cierto es que, reales
o no, la tradición de los duendes se remonta a la antigua celta, donde se los
consideraba como parte del wicca, es decir la concepción celta de la femineidad
de la creación, la cual estaba en oposición con el importante protagonismo que
tenía la masculinidad en la creación, dentro tradición romana.

 De esta forma, se intentó
difamar esta concepción celta intentando satanizar a los duendes haciéndolos ver
como demonios, pero sin embargo estas personas no pudieron impedir que casi
todas las culturas del mundo adoptaran sus propios duendes, aunque con una
diferente denominación, como por ejemplo los famosos gremlins, de China.

 Pero ni creyentes ni
agnósticos pueden negar que hoy en día cualquiera de nosotros puede toparse con
algún gnomo de jardín, borrachín leprechauns, orejudo trasgo, o xilfios
mirándonos alegremente desde una vidriera o desde el estante de algún hogar o
negocio, porque los duendes parecen haber llegado para quedarse.