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Trabajando con compañeros problemáticos

Cuando en nuestro trabajo debemos interactuar con un gran número de personas, es normal que nos encontremos con gente problemática. En esta nota, algunos consejos para hacerles frente de la mejor manera posible

Muchos trabajos en
grandes corporaciones, tienen todo lo que desearíamos para nuestra vida:
horarios flexibles, un buen sueldo, lindas oficinas, la posibilidad de
desarrollarnos en lo que nos gusta y status, pero, sin embargo, no nos terminan
de conformar 

¿La razón? No podemos soportar a algunos de nuestros compañeros de trabajo, a los que debemos
ver -y relacionarnos- de forma diaria.


Lo cierto es que las
malas compañías, no son tan sencillas de cambiar como los “malos bolígrafos”,
las “malas computadoras” o los “malos escritorios”. No, con las personas,
nuestra voluntad está limitada por la voluntad del otro, y se debe por lo tanto
ser mucho más paciente y cauteloso para lograr nuestros objetivos de cambio.

La gente difícil se
encuentra generalmente por todas partes, y dondequiera que uno concurra, pero
sobre todo en las grandes empresas, donde hay mayor cantidad de personas por
metro cuadrado. 

La única manera de superar los problemas que esta gente nos
acarrea, sin por eso dejar el trabajo, claro, es desarrollar algunas habilidades
que beneficien a ambas partes, ya que de nada servirá el enfrentamiento directo,
donde ambos perderán tiempo y concentración en el trabajo, lo que afectará su productividad.

En primer lugar, intente
identificar quién es el líder de los disturbios en la mayoría de las
interrupciones del día. Generalmente, es fácil darse cuenta que muchos de los
que molestan, sólo buscan pasar mejor el día, haciendo chistes inofensivos y sin
maldad, mientras que el verdadero problema son uno o dos tipos que incitan a las discusiones, o los problemas serios. 

Habitualmente, la mayoría de
las personas responden al primero de los patrones, es decir que son inofensivos
y bastará con ponerle límites para que dejen de distraerlo. Por eso, lo
mejor será considerar a esta persona como un tonto y olvidarse de él,
salvo para poner límites a sus molestas actitudes. En los otros casos, habrá
que tomar medidas de otro tipo.


Desde un punto de vista
práctico, podría ayudarle mostrarles signos sutiles, diciéndoles, por ejemplo, que están haciendo demasiado barullo, y no le dejan
oír el “débil” sonido del teléfono que tiene en su escritorio, cuando se
encuentran a su alrededor. 
Este suele ser un buen truco: se culpa a la débil
campanilla o auricular de su teléfono, y no a la persona directamente. La
persona sólo le está haciendo más dificultoso poder oír los sonidos del
teléfono, por lo que debe alejarse de su persona.

Otra táctica para poner
límites a los más ruidosos y molestos, es no chismear en las conversaciones
mantenidas en grupo. Puede ayudarle más hablar con esta gente en el bar de la
empresa o cuando están a solas, para lograr que ellas, una por una, consigan
entender su personalidad; de esta manera sabrán qué es lo que le molesta,
y tendrán además espacio para plantarle los problemas que usted podría generarles
a ellos. 

Compartir algunas bromas con ellos durante ese tiempo es la
clave. Evite la mayoría de las charla en grupos y se sentirá más seguro para
plantear sus verdaderos intereses. Las conversaciones informales
suelen servir para ajustar algunas tuercas. Caso contrario, no le quedará
otro remedio que hablar con sus superiores.

El otro extremo

Así como tenemos al
compañero bullanguero y revoltoso, también podemos tener al otro extremo: el
rebuscado y obsesivo. Son aquellos a los que se denomina “víboras” que nos
envidian, y se enojan si los superamos en algo, o nos pueden llegara a pedir
silencio incluso cuando necesitamos hablar brevemente por teléfono con nuestro
hijo, que ha tenido un problema (¡claro, la mayoría de ellos no tiene hijos!).
Todos los conocemos ¿verdad?


Estos compañeros de
trabajo detallistas, meticulosos y quisquillosos, parecieran aparecer en casi
cualquier situación y ambiente de trabajo. Y son incluso gente probablemente
algo más difícil de tratar que los desagradables, porque muchas veces tienen un
“truco” bajo la manga. Son desafiantes y a menudo están intimidando a
casi cualquier persona que desee mantener su trabajo.


Específicamente, éstas
son las personas que critican constantemente y forman grupillos de empleados, a
los que hacen enfrentarse entre sí, o bien muestran una cara honesta y apacible
frente al jefe, y otra muy distinta frente a sus pares o subalternos.


Este tipo de gente es
realmente muy peligrosa en la oficina. Con estas personas, las cosas tienen que
ser bien aclaradas desde el comienzo. Tienen que saber que usted no es del tipo
de persona a la que se puede dominar o manipular. 

Si los problemas persisten,
por ejemplo a causa de “zancadillas” intencionales, como hacerle desaparecer
algún documento de suma importancia, es importante hablar primero con su propio
jefe, y si es necesario, con el jefe de esta persona, en esa orden.
Generalmente, su jefe le prestará más atención a una cuestión que no tenga
nada que ver con una cuestión personal.


Además, asegúrese de que
todo el trabajo que debe hacer junto a estos individuos sea anotado por usted en
una carpeta personal. Esto puede ayudarle a poner las cosas en su lugar, sobre todo
si le demuestra que se está encargando de guardar documentos y expedientes que
prueban su propio trabajo. 

De esta manera, ninguna persona que intente
desacreditarlo, podrá probar que usted no ha trabajado o colaborado en algún
proyecto, y usted se sentirá más seguro.

En lo posible evite el
contacto con estos tipos difíciles. Pero, si no le queda otro remedio que
hacerlo, o, peor aún, si uno de ellos es su propio jefe, la mejor manera de tratar
esta situación será escuchar las críticas constructivas y continuar guardando
los expedientes de su trabajo y realizaciones.


En cualquier caso…


Nunca trate de
“escaparse” hacia puestos en otros departamentos, o de las relaciones con su jefe, o incluso del trabajo que tanto disfruta. En los
primeros casos, esto será visto por sus compañeros y superiores como un acto de
debilidad o, en su defecto, de excesiva ambición personal, lo que le dificultará
el trabajo en su puesto actual.


Guarde siempre un perfil
bajo en todas sus acciones, y no haga su infelicidad evidente a otras personas.
Si puede lograr tratar con un jefe o compañero dificultoso, probablemente podrá
superar cualquier otro aspecto negativo que se le presente, y aprenderá una gran
lección sobre las relaciones humanas y laborales.

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