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Lisboa, meu amor

“… que voy sin haber Lisboa dejado o Sintra a la que llegar, que voy, ¿y qué más habrá en ir sino no pararse pero ir?


Conociendo una y otra, y tener que elegir donde pasar la noche genera esta inquietud y angustia excesiva tal cual Pessoa la nombra en Escrito en un libro abandonado en un viaje, aunque en esto de decidir dónde pasar la noche no creo que sea una angustia por nada: las dos son igual de hermosas y bien diferentes.

Es por esto que Lisboa, Sintra y sus alrededores lo voy a presentar en episodios, puesto que vale la pena detallar cada uno particularmente.

Lisboa es muy particular y gana encanto por detalles que le son propios: unas calles empinadas, angostas, adoquinadas y laberínticas que terminan en el río Tajo, sus miradores, sus veredas en blanco y negro y fachadas con hermosísimos azulejos.

Justamente por sus veredas, Lisboa puede ser recorrida mirando hacia el suelo: infinitas piedras en blanco y negro dibujan formas que recuerdan el mar ya sea por el barco que trajo los restos de São Vicente, patrono de Lisboa, o por esa memoria de la época de Enrique el Navegante, donde los mares parecían no tener fin, y menos el reino de Portugal. Pero no todo va a ser mirar hacia abajo.

Hay demasiado para ver hacia todos los costados. Una buena postal de toda Lisboa y su rivera es llegar hasta el Castelo de São Jorge. Su origen se remonta al siglo I antes de Cristo y fue la fortaleza de un gobernante moro. Es un recorrido muy interesante. Intente llegar hasta la Sé, Catedral de Lisboa, al pie del barrio Alfama, la parte de la ciudad más conocida, más antigua y, en mi opinión, más hermosa.

La Sé

Las líneas 12 y 28, con sus líndísimos coches amarillos, trepan las callecitas hasta el Castelo.Hasta el Castelo, todo será cuesta arriba, pero caminar por esas calles estrechas será adentrarse en lo que llamaría "el auténtico barrio lisboeta".

Además será sorprendido en la subida por unos miradores increíbles de la ciudad, unas hermosas placitas y la ropa colgada en las ventanas, sobre todo las de planta baja: si uno se descuida mientras camina, el viento puede llevarle a uno un calzón a la cara.

Mientras se sube, también puede levantarse la vista al cielo para ver la trama que forman decenas de cables que guían los tranvias amarillos que suben y bajan por estas pendientes de la Alfama.

Un lugar que merece una parada de descanso es el Miradouro de Santa Luzia, donde un balcón ofrece una admirable vista del río y los tejados que van quedando abajo, sin olvidar la techumbre vegetal que proveen las buganvilas (en algunos lugares conocidas como santa rita).

Deténgase sólo un momento e imagine la postal que sería el tráfico en el Tajo cuando Portugal era amo y señor de los mares en épocas de Enrique el Navegante allá a principios del siglo XV. 

 Si es martes o sábado, puede acercarse hacia la Iglesia de São Vicente de Fora, en los límites de la Alfama. A su lado se encuentra la Feira da Ladra (Mercado de los Ladrones), un mercado de pulgas que vale la pena curiosear. ¡qué otra mejor manera de conocer otros aspectos de la historia de los habitantes de Lisboa, sino!. 

Si es cerca del mediodía, justo antes de entrar a Castelo, tiene en las callecitas adoquinadas del barrio de Santa Cruz que lo rodea, unos lindos lugares llenos de macetas con flores, muy económicos para comer pescado (infinitas variedades) y recuperar así las fuerzas consumidas en la subida.

La vista que se tiene desde el Castelo no tiene palabras, es increíble: Lisboa toda rendida a los pies de uno, y más allá, el Tajo. También desde el Castelo podemos apreciar las ruinas góticas de la Igreja do Carmo (en la Baixa), actualmente sin techo, derrumbado durante el terrible terremoto e incendio de 1755.
Otros miradores que ofrecen vistas excelentes de Lisboa son el Largo das Portas do Sol, donde antigüamente estaban las puertas de entrada a la ciudad, y el Mirador de São Pedro de Alcântara.

Desde aquí puede ver el Castelo São Jorge a lo lejos y toda la Baixa de la ciudad. Una forma de llegar aquí es utilizar el Elevador da Glória, uno de los últimos funiculares de Lisboa. Y el elevador de Santa Justa (foto a la derecha) que sirve para unir la Baixa con el Barrio Alto. Subiendo en el ascensor podrá visitar una explanada con una fantástica vista que va desde la Baixa hasta el río.

Otra explanada notable es la Praça do Comércio (foto abajo), junto al Tajo, con su Arco de Triunfo, que abre a la Vía Augusta y a la Baixa, centro financiero y comercial de la ciudad.
Otra zona de la ciudad que mira hacia el río Tajo es Belém. Sirvió de palco en la época de los descubrimientos y hoy tiene para visitar algunos monumentos que quedan de esa época: el Mosterio de los Jerónimos (abajo izquierda) y la Torre de Belém (abajo derecha), ambos excelentes exponentes del estilo manuelino.

También es de destacar el Monumento a los Descubrimientos, que fue construido en 1960 para conmemorar los 500 años de la muerte del Infante Enrique. 
 Un encuentro con una arquitectura moderna en Lisboa está en el área donde se hizo la Expo 98. En la foto de la izquierda puede apreciar las connotaciones marineras de la Torre Vasco da Gama y en la foto de abajo, la fuente.

Para llegar ahí se puede tomar el Metro y recomiendo que preste especial atención en las estaciones de la línea de Oriente que llevan hasta esta zona.

Cada una de ellas es arquitectónicamente diferente a la anterior: Varios artistas conocidos desarrollaron proyectos alusivos a los más variados temas para cada una de estas estaciones del metro. Es un placer este viaje por debajo de la tierra. Notará las reminiscencias del mar y del poder sobre éste en la infraestructura que se levantó en la zona de la Expo. 
 Una cena imposible de perder: comer bacalao con vinho verde. ¿Dónde? En un auténtico lugar atendido por sus dueños; pequeño, sencillo y barato: Baiuca, en la Rua da Barroca, en el Barrio Alto.

Otra posibilidad, no tan barata como la anterior, pero imperdible al fin, es una "adega", que es la denominación de los sitios donde se escuchan fados y se come más que bien. También se encuentra en el Barrio Alto, se llama Lisboa a Noite, y queda en la Rua das Gáveas.

Según la guía que me acompañó en este viaje decía sobre este lugar "No lo rechace a causa del nombre, no es tan típico para los turistas, y la propietaria, Fernanda María, es una gran cantante".

Puedo agregar al respecto que la escuché a ella, a João Queiroz y a Tonia: excelentes voces, esos fadistas realmente me estremecieron.

Un consejo, no maneje los horarios tardíos que solemos manejar acá para cenar. Yo me perdí algunos temas por llegar tarde y vale la pena pasar un largo rato en estos sitios.

El cafecito se puede beber en el famoso y muy típico café A Brasileira, en el Chiado (Barrio Alto), famoso lugar de reunión de artistas como lo demuestra la estatua del poeta Fernando Pessoa, sentada a una mesa de la terraza.

Para terminar no me cansaré de decir que, a pesar de lo empinado de sus calles (Lisboa, como Roma, es una ciudad construida sobre 7 colinas) la ciudad es ideal para recorrer a pié.

No hay otra forma de disfrutar esta encantadora ciudad de estrechas calles adoquinadas, recorridos pintorescos, deambular por sus "largos" y "becos" (callejones); doy fé que parte de lo empinado se compensa por el gran desarrollo de los recorridos que van subiendo de a poco, serpenteando el barrio.

Fuente: Mujeres de Empresa es una catedral románica del siglo XII (foto derecha), iluminada por un bello rosetón, fue construida sobre una antigua mesquita arrasada después de la reconquista. Su estructura fue muy modificada después del terremoto de 1755.

Interesantes datos sobre la historia de la catedral se pueden encontrar en el site: http://www.ippar.pt/monumentos/se_lisboa.html

Apenas separada por la calle de San Antonio se encuentra la iglesia homónima, en el lugar en que nació el santo, la obra pertenece al arquitecto Mateus Vicente. Aproveche y conózcala antes de seguir cuesta arriba. Si considera que la subida puede resultar fatigosa, puede tomar un tranvía.