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Cómo viajar a las Mil y Una Noches

Sí, ya lo sabemos: esta famosa obra no está ambientada en Marruecos. Pero cuando pises Marrakech verás que se trata solo de un detalle…


Comunidades y plazas bulliciosas


La plaza principal de la ciudad, la plaza Jemaa El Fna, cobra vida al atardecer,
con sus enjambres de contadores de cuentos, encantadores de serpientes y magos.

Más allá de la plaza se encuentra la medina, que cuenta con varias cuadras de
comerciantes vendiendo sus mercancías.

Fortificaciones del siglo XII rodean la
zona del mercado, o “zoco”, donde se han desarrollado conversaciones entre
vendedores y compradores durante siglos.

Además de los puestos de venta de
productos alimenticios y telas, los visitantes pueden encontrar artesanías
locales. Cerca de allí, en 1558, se estableció el antiguo barrio judío, o “Mellah”.

En esa época, a los judíos no se les permitía tener propiedades fuera de este
sector, por lo que las construcciones se expandían hacia arriba en lugar de
ampliarse hacia afuera, creando calles únicas, similares a túneles.

DE UNA FAMOSA MEZQUITA A LOS GRANDES PALACIOS

El minarete cuadrado de la mezquita de Koutoubia se eleva a más de 65 metros por
encima del horizonte de Marrakech, y es visible desde toda la ciudad.

Construido
en el siglo XXII, la mezquita es la imagen más icónica de la ciudad. Si bien los
no musulmanes no pueden visitar el interior, todos los turistas pueden apreciar
su arquitectura, la cual se caracteriza por sus arcos y sus diseños geométricos.

Aunque ya no está decorado con mármol y oro, las ruinas del Palacio Badi del
siglo XVI invitan a los visitantes a explorar su patio y sus habitaciones (se
estima que eran más de 300).

De especial interés es el púlpito de oración
restaurado, o “Koutoubia minbar”, con incrustaciones de oro y caligrafía de
plata.

Los visitantes todavía pueden ver la opulencia del Palacio de la Bahía,
del siglo XIX, especialmente en las habitaciones ocupadas por el harén del
palacio.

Pinturas de ramos de rosas adornan el techo, y las paredes  están
cubiertas por paneles de seda. Cerca de allí, sultanes y príncipes ocupan sus
lugares de descanso final en las Tumbas Saadíes.

Un mausoleo cuenta con el
“Salón de las Doce Columnas”, con tumbas iluminadas por una lámpara
especialmente adornada.

MUSEOS QUE EXHIBEN EL ARTE MARROQUÍ

Los edificios de los museos de Marrakech, que originalmente albergaban grandes
palacios, son dignos de ser visitados, independientemente de su contenido.

En el
Museo de Marrakech, un atrio abierto rodeado de columnas recibe a los
visitantes. Las galerías cuentan con arte marroquí, desde pinturas y fotografías
hasta cerámicas.

Algunas piezas se exhiben en el restaurado hammam del palacio,
una sala de baños de vapor. El edificio del Museo Dar Si Said es un palacio del
siglo XIX.

En un salón, un techo de cedro tallado cubre decenas de objetos
antiguos, tales como una pila de mármol de 1.000 años de antigüedad.

Otras
exhibiciones incluyen alfombras, instrumentos musicales y paños Bereberes,
realizados con lana tejida en grandes bucles.


Un historiador holandés reunió una
gran cantidad de artefactos de Marrakech, que ahora se encuentran en el Museo
Bert Flint. La colección incluye joyas, textiles y arte.

ESPACIOS VERDES Y TRANQUILOS EN LA CIUDAD

Los turistas suelen seguir a los locales para escapar del ajetreo y el bullicio
de la medina, en busca de la tranquilidad de uno de los jardines de Marrakech.

Grandes olivares enmarcan las distantes montañas nevadas del Atlas en el Jardín
Menara, un espacio tranquilo y pintoresco. Una pileta y el pabellón verde
contribuyen al ambiente.


El Jardín el Harti, un jardín con flores y buganvillas,
es uno de los pocos parques de la ciudad que cuenta con una plaza infantil.

El
jardín botánico del Jardín Majorelle lleva el nombre del artista francés Jacques
Majorelle. Este artista utilizaba colores fuertes y contrastes, lo que se
refleja en los cactus verdes, las palmeras y las flores de colores brillantes
del jardín.

Sus obras se exhiben en un pequeño museo en el parque, que también
cuenta con una cafetería que sirve té y platos marroquíes típicos, como el
cuscús.