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No soporto a mi compañero de trabajo

Todos hemos tenido compañeros de trabajo “difíciles”, y por lo general no sabemos qué hacer. Aquí respondemos a esa gran duda



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Siempre es una posibilidad latente el que, en una oficina o cualquier otro
ámbito relacionado con lo laboral, donde las relaciones se cruzan
constantemente, donde el desempeño de una persona suele tener un importante
efecto en que tan bien puede desempeñar su función especifica la persona que
esta al lado (después de todo, es por algo que muchas veces se habla de “grupos
de trabajo” o “trabajo en equipo”) y en que el contacto entre personas que tal
vez, de no mediar esa situación de trabajo en común, de ninguna forma querrían
estar en un mismo cuarto; decíamos, siempre es una posibilidad latente el que se
produzca la aparición de conflictos, aun cuando se están haciendo todos los
esfuerzos posibles para evitar cualquier tipo de confrontación.

 


Es parte de la mecánica de las relaciones humanas el que las personalidades
enfrentadas tiendan, aun con todo el esfuerzo para lo contrario, a encontrarse
en un rumbo de colisión.

 

El
problema es que el ámbito laboral es un ámbito particular, no natural al ser
humano, donde la forma en que normalmente podríamos resolver nuestras
diferencias no se presenta con tanta facilidad.

 

Hay,
generalmente, y esto nos afectará en mayor o menor medida dependiendo de en que
lugar nos ubiquemos en la misma, una cadena de mando y de obediencia, con
superiores y subalternos, más allá de que esto no indique que las relaciones no
puedan ser excelentes y allá una sensación general de “igualdad”. El orden es
jerárquico, esto no se puede discutir.

 

El
hecho de que haya este tipo de escalafón genera que, en caso de un conflicto, no
siempre se pueda solucionar las cosas en privado. Por que si el conflicto
personal afecta al funcionamiento dentro de la empresa, seguramente nuestros
jefes querrán tomar cartas en el asunto y tratar de lograr una vuelta a una
situación ideal que no los perjudique más.

 

Por
supuesto, las medidas que nuestros superiores pueden tomar para asegurarse esta
normalización de la actividad pueden ser menos que simpáticas a nuestro gusto.
Así que en la medida de lo posible puede ser que nos gustase mantener todos los
problemas personales en privado.

 

Pero, por otro lado, esta
verticalidad nos da también una puerta de escape cuando los conflictos se
vuelven tan fuertes que se hace obvio que no vamos a poder llegar a una solución
en forma personal y privada.

 

Podemos, en esos casos, recurrir a
nuestros superiores para que estos pongan fin al problema y podamos volver a
gozar de cierta tranquilidad. Por supuesto, una actitud de estas tiene mucho
puntos negativos a tener en cuenta, entre ellos que no ayuda precisamente a
mejorar nuestras relaciones con nuestros compañeros o nuestra imagen entre
ellos.

 

Así que siempre hay que ver si no
nos queda otra salida antes de tomar este camino.

 

Por lo tanto, como decimos, hay que
tener en cuenta los pros y los contra de las diferentes actitudes que podemos
llegar a tomar cuando nos encontramos con alguna de estas dificultades.

 

Dependiendo del camino que
decidamos tomar, distinta será la forma en que deberemos comportarnos. Si
optamos por la solución a nivel personal, quedará librado en gran medida al tipo
de relación que tenemos con nuestros compañeros de oficina.

 

Si, por otro lado, decidimos que no
podemos con el problema nosotros solos y recurrimos a la mediación de algún
superior, entonces deberíamos tener en cuenta algunos consejos que pueden
ayudarnos a salir mejor parados de este conflicto.

 

De esto justamente es que se
tratará este articulo, que pondrá el énfasis en como manejar las relaciones
laborales cuando ya se nos esta presentando un conflicto que necesitamos, de
alguna forma y con total urgencia, solucionar para que no se vea afectado
nuestro desempeño laboral.

 


Estrés

 

Algo que es claro es que la vida en
el trabajo no es nada fácil, ni siquiera en las más óptimas de las
circunstancias. Siempre hay tensión, problemas, fechas de entrega, momentos de
trabajo asfixiantes, muchos papeles que llenar y presión constante que no nos
hace sencillo el poder encontrar un momento de relajación y paz en medio de toda
la locura y el caos que nos rodea (o aun del orden que también puede existir).

 

Y toda esa situación constante, de
tener que estar prestando atención, teniendo en cuenta lo que esta sucediendo a
nuestro alrededor y también tener que tener una actividad determinada constante
y cuyo fallo puede acapararnos consecuencias negativas (a todos nos ha pasado
dejar de hacer algo en la oficina, una obligación, y por eso tener problemas);
puede llegar a tener importantes efectos en nuestra vida, tanto publica (la que
sucede en el lugar donde trabajamos) como en la privada.

 

Si dejamos que nos pese demasiado,
que fuerce un cambio muy importante en nuestra personalidad habitual y que no
nos permita disfrutar de todo lo bueno, entonces nuestra misma salud, tanto la
física como la mental puede llegar a estar en peligro. Por no mencionar todas
nuestras relaciones humanas, dentro y fuera de la oficina.

 

Como decimos habitualmente, los
extremos son peligrosos y, si bien el trabajo es importante y hay que tenerlo en
cuenta siempre, no podemos dejar que se vuelva la base de toda nuestra vida,
especialmente los aspectos negativos del mismo.

 

Hay que tratar de encontrar ese
balance, al que también solemos referirnos, entre nuestra vida familiar y
nuestra vida laboral, donde cada una tiene la importancia que se merece, ni más
ni menos. Es la mejor manera de asegurarnos que estaremos en un buen estado de
salud y de relaciones.

 

No hay otra
forma de que nuestra vida se vuelva mucho más satisfactoria y llena de
recompensas de lo que era hasta ese momento.


 


Trabajo…
¿placer?

 

Más allá de lo que decíamos en el
último párrafo, la verdad es que hay algunos individuos, que podemos tildar de
“muy afortunados” que pueden afirmar que están trabajando en algo que aman y
que, justamente gracias a ello, es casi como si no fuese trabajo.

 

Pero la triste verdad es que muy
pocos de nosotros podemos decir esto. Para la gran mayoría de las personas el
trabajo es simplemente una forma de ganarse la vida. Esto no quiere decir que si
o si odiemos lo que hacemos, que nos resulte una tortura insuperable el tener
que ir a la oficina (o donde sea que trabajemos) cada día.

 

La realidad es
que, aun cuando disfrutemos lo que hacemos (y son muchas más las personas que al
menos lo disfrutan que aquellas que aman lo que hacen) sigue siendo una
obligación. No es por placer, es algo que tenemos que hacer aunque no deseemos,
cada día sin importar cuantas ganas tengamos de hacerlo.

 

Si el día de mañana nos ganásemos
una enorme cantidad de dinero jugando a algún juego de azar, ¿seguiríamos
trabajando? Si tuviésemos asegurada nuestra buena salud económica por el resto
de nuestra vida, ¿no dejaríamos todo de lado, todas nuestras obligaciones
laborales, para dedicarnos simplemente a hacer lo que nos gusta hacer en nuestro
tiempo libre?

 

Lo más probable es que la respuesta
es que no, no seguiríamos trabajando y si, dejaríamos todo de lado. Desde el
momento en que el trabajo es una obligación, difícilmente puede ser generador de
placer suficiente como para que lo hagamos solo por gusto.

 


Conflictos personales en el trabajo

 

Como ya vinimos mostrando a lo
largo de todo estos párrafos, uno de los motivos por los que se hace tan molesto
el estar en el lugar de trabajo suelen ser las relaciones personales, ya que se
dan entre personas que no han elegido estar juntos ni tener obligaciones en
común, sino que han sido forzadas a estar en el mismo lugar por fuerzas
externas.

 

Y es que este juego de
personalidades diferentes, a veces sin ningún punto en común, puede llegar a ser
una bomba de tiempo simplemente esperando para explotar.

 

Pero como también decíamos
anteriormente, el trabajo en si es estresante. O sea, aun cuando no tengamos que
lidiar con problemas de tipo personal con aquellas personas que comparten
nuestro ámbito, aun así es una situación que de por sí puede tenernos un tanto
en el borde.

 

Esto significa que, sin importar
que tan tranquilos seamos, que tan bien tratemos de llevarnos con el resto de
las personas, sin importar siquiera que las personalidades de los demás sean
exactamente como la nuestra o que en cualquier otra circunstancia no podríamos
tener ningún problema, lo más probable es que en algún momento nos encontraremos
en curso de colisión con un compañero o, al menos, sintiendo que no podemos
seguir conviviendo de forma normal y llevadera con una o más personas.

 

Esto es natural, es el tipo de
cosas que pasa en un ambiente de tanta actividad y responsabilidad.

Teniendo en
cuenta que es algo inevitable, lamentablemente, entonces tenemos que ver cuales
son las formas en que podemos evitar que estos conflictos se salgan totalmente
de control y terminen afectándonos a nosotros, a nuestros compañeros y a la
forma en que se realiza la actividad diaria dentro de la empresa.

 

Los edificios
de oficina
s son un caldero de personas relacionándose, de conflictos a punto de
explotar.
Y no
podemos suponer que de ninguna forma nos va a pasar a nosotros.

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