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Mujer moderna: ¿prohibido cocinar?

Las mujeres modernas pasan mucho tiempo en sus trabajos y fuera del hogar, lo que las va alejando cada vez más de las cocinas…

Esto influye en los hábitos
alimentarios. Son muy pocas las mujeres que llegan a su casa luego de un arduo
día y se dedican a cocinar. Los envíos a domicilio, el freezer y el microondas,
son sus mejores aliados.
Sus heladeras se ven plagadas de imanes con teléfonos de pizzerías y
rotiserías.
Ya sea por trabajo o por simple ocio deciden dedicar el poco tiempo libre que
tienen a otras tareas, antes que dedicarlo al arte de cocinar. La consigna es
simplificar las cosas.

Las nuevas herramientas para la
comida se ven ya en los supermercados, donde se vende toda clase de comida
congelada que -con pocos minutos en el microondas- ya está lista para ser
ingerida.
Y el delivery es el mejor invento para quienes detestan cocinar.

Existen también las mujeres a las que les encanta cocinar pero por tiempo no
pueden. Muchas veces el cansancio es el problema más común para alejar a la
mujer de la cocina. En realidad esas mujeres cocinan pero recurriendo a métodos
más fáciles como el freezer y el microondas.

A la cuestión del tiempo hay que
agregarle las preferencias personales. Muchas mujeres tienen el tiempo
necesario para dedicarles a la cocina pero no les gusta hacerlo.

Muchas también prefieren comer en
algún local de comida rápida, ya que los consideran baratos y efectivos.

La publicidad ayudó mucho a generar esta nueva cultura alimenticia. Casi todas
las publicidades de comidas están apuntadas a las madres que no tienen tiempo
para cocinar y darle de comer a sus hijos, pero siguen queriendo que a éstos
les guste la comida. Por eso en las tandas publicitarias hay una tendencia a
cocinar rápido y rico. 

Menos obligaciones, más placer


Históricamente el rol de la mujer era la casa y sobre todo la cocina. Pero esto
con el tiempo fue cambiando. La mujer tuvo la necesidad de salir a trabajar y
fue delegando responsabilidades domésticas, y hoy en día hay muchos hombres que
se ocupan de cocinar.

Antes inclusive daba vergüenza no
saber cocinar, pero hoy no se lo toma más como un atributo deseable.
La autoestima de la mujer ya no depende de sus saber culinario, todo lo
contrario. Si se pasa todas una mañana preparando una comida se la mira casi
con lástima.

Ese tiempo perdido es mejor
aprovecharlo para satisfacer los propios deseos y aspiraciones, lo que con el
tiempo fue ganando consenso social.

El cambio de hábitos puede asustar a algunos (sobre todo a los maridos chapados
a la antigua), pero tiene su costado positivo.
Si bien huyen de la cocina hay muchas mujeres –y hombres- que recurren a la
gastronomía pero como algo creativo. La idea es cocinar más por gusto que por
obligación.


Pero, ¿menor calidad?

Muchas mujeres antes tenían
reparos frente a las comidas congeladas, pero hoy por falta de tiempo les dejan
a sus hijos la comida en el freezer para que cuando vuelvan del colegio se la
caliente.

Ya no se presta tanta atención a la calidad de los alimentos, ni de dónde
provienen. Esa es una desventaja. Antes se iba al mercado o a la verdulería y
se elegía el producto fresco y de buena calidad. En cambio ahora eso se perdió
y se elige lo congelado por sobre lo fresco.

La cocina se ha convertido en un
hecho rápido y práctico. La rutina de cocinar y comer es más breve. Salvo en
casos especiales o fines de semana, no se le dedica mucho tiempo al arte de
cocinar.

También los hábitos que conlleva
la cocina pierden valor. Sentarse alrededor de una mesa para comer no es lo
mismo si no existe un televisor. Este artefacto se ha convertido en un
integrante indispensable en cada comida “familiar”. 

Cocina para solos y solas

Esta situación es más evidente en el caso de las personas que están solas, que
solamente cocinan en ocasión de recibir visitas, pues sino lo más práctico es
llamar a una pizzería.

Según varias encuestas son muchas
las personas que comen afuera de lunes a viernes, o que piden comida a
domicilio. Sobre todo se da en los locales de comidas rápidas que existen en
todas las ciudades.

Además, a las personas que viven
solas muchas veces les sale más barato comprar comida hecha que comprar los
ingredientes y ponerse a cocinar. Por ejemplo una milanesa les sale más
económica que comprar la carne, el pan rallado, los huevos y el aceite por
separado.


Se va la mujer, ¿viene el hombre?


Con este alejamiento de la mujer de la cocina se está dando otro fenómeno: el
acercamiento del varón al arte culinario. La entrada de los hombres en la
cocina está en pleno crecimiento. Pero no lo hace como mera rutina sino que
utiliza ese espacio como un lugar para la creación, para agasajar a sus
invitados.

También se dio una explosión de
escuelas e institutos que ofrecen cursos para cocinar, desde cursos intensivos
a cursos cortos especializados. Son muchas las personas que recurren a estos
lugares para aprender a crear.

Otro nuevo fenómeno se dio con el cable y los canales especializados en
recetas. Las 24 horas del día dando consejos y tácticas para que cocinar sea un
placer.

Muchos hombres lo ven como un hobby y se divierten realmente en la cocina.
Disfrutan de lo que hacen y no lo ven como un sufrimiento.

Pero lo que el hombre quiere es
ser “jefe” de la cocina, no cocinero. No es lo mismo agasajar que cocinar
diariamente.

Hoy en día se presta más atención
a la cocina como fuente de placer, no como algo de todos los días. Se le da
importancia a la cocina y a la comida casera sólo para ocasiones especiales.

Como sigan así las cosas, la
cocina como se la entiende tradicionalmente pasará a ser un hecho creativo
excepcional más que una rutina diaria.

¿Será para mejor…?

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