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Maestros: ni pesados ni severos

La pedagogía de Erasmo de Rotterdam, tan actual como 500 años atrás

Desiderio Erasmo de Rotterdam (1469-1536) es ampliamente conocido por una obra que fue definida por él mismo como una broma, apenas un chiste: "Elogio de la locura" (1511), dedicado a al utopista y amigo personal Tomás Moro.

Sus ideas -una suerte de apología de la libertad de pensamiento- se inscribieron en la cosmovisión del humanismo renacentista, aquel que, hacia el final de la Edad Media, comenzó a expresar las nuevas relaciones sociales y económicas del naciente capitalismo.

En los negocios de los mercaderes, en el trabajo del artesanado, en los paseos de compras de los incipientes mercados de los burgos europeos, se fraguaba también un punto de vista que invertía el orden de las cosas: el hombre como centro de las reflexiones y preocupaciones.

Menos conocidos son sus planteos pedagógicos, aquellos que escribió en De pueris statim et liberaliter instituendis (La temprana educación liberal de los niños), entre otros textos.

Erasmo reflexionó sobre la importancia de la educación, abrevando en una tradición cristiana en crisis -un contemporáneo del holandés fue Lutero- para perfilar una enseñanza basada en el amor y la pureza de las costumbres, como un modo de contrarrestar los efectos de descomposición moral que afectaban a las instituciones religiosas de su época.

La educación "liberal" -es decir, humanista- debía impartirse a los niños desde los primeros años de vida, aprovechando su enorme plasticidad y su prodigiosa memoria.

Erasmo rechazaba el aprendizaje mecánico -confrontando con el sistema escolástico de la eterna repetición y la discusión tan enciclopédica como estéril-, propugnaba el juego como método para hacer más llevadero el largo y esforzado camino del aprendizaje y combatía la violencia educativa de aquellos maestros-preceptores que entendían que la letra entraba con sangre.

Por Prof. Alejandra Fortunato
www.escuela-inclusiva.com.ar

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