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Madres e hijas que compiten

Cómo lograr que cada una ocupe el rol que le pertenece y evitar que se desvirtúe la relación madre-hija


Hijas que cuidan de sus madres o que las tratan de igual a igual. Madres que
hacen vida de adolescentes y no ponen límites. “Son amigas más que madre e
hija.

Cuando este rol se desvirtúa el peligro es bastante ya que se pueden convertir
en rivales y competir sin ningún sentido
”, comenta la socióloga española
Isabel Rojo.


Motivos por los cuales esto ocurre:

· Presión social
por estar siempre joven y espléndida. (La madre quiere parecerse
por este motivo a su hija)

·
El no querer reconocer que la edad fértil está llegando a su fin


Características: de las madres e hijas que compiten entre si

·
Frecuentan los mismos sitios sociales

·
Se visten de igual manera y comparten la misma ropa

·
Escuchan la misma música

·
El círculo de amigos es el mismo para ambas

·
Compiten por ver quién de las dos es más delgada y guapa


En primera instancia, “para las hijas es divertido tener una madre tan
moderna y que entienda todas las necesidades y rebeldías, pero luego eso mismo
que les llamó la atención, las aburre y comienzan a querer alejarse de ellas.

No las respetan porque las consideran pares. En los casos más graves la hija
puede presentar depresión o trastornos alimenticios porque ve que su madre y que
todo el entorno comenta lo extraordinaria que es esa mujer y a ella la van
dejando de lado y eso no gusta”,
comenta la profesional.


¿Qué hacer?

·
Por más complejo que resulte a las
mujeres adultas reconocer la etapa de la vida
en la que se encuentran deben hacerlo en beneficio de sus hijas. “Cada una
merece vivir su edad sin ser perturbada
”, aconseja Rojo.

·
El rol madre e hija tiene que ser recuperado porque ese es el vínculo que las
une.

·
El querer verse bien y joven es aceptable, pero siempre dentro de las
limitaciones adecuadas. “Nadie puede dejar de ser quien es para ser otra
persona.

Esta daña la autoestima propia y la ajena y cuando es un hijo el que está en
riesgo de perder su identidad hay que valorar muy bien lo que se quiere y a qué
precio se pretende conseguir
”, comenta la socióloga.


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