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Los diablos de Teloloapan

Del folclore de mi pueblo Teloloapan, Gro.(México) 

Cuentan las viejas consejas que allá por los años 1818 a 1820, en una vasta extensión territorial que abarca desde Tlatlaya hasta Teloloapan, el bravo insurgente Pedro Ascencio Alquisiras, colaborador cercano del General VICENTE GUERRERO SALDAÑA, no toleraba siquiera el paso de soldados realistas por la región, mucho menos que éstos osaran atacarlos, porque siempre resultaban derrotadas las tropas del virrey. 

Los Triunfos Insurgentes tenían gran parte de su origen en que Pedro Ascencio y su gente, eran conocedores del terreno y lo utilizaban para ocultarse en las cuevas, grutas o cavernas que en la escarpada extensión territorial existen, de tal manera que caían sobre sus enemigos utilizando a su favor el factor sorpresa, razón por la cual siempre estaban en ventaja y como era natural los acompañaba el éxito.  

Cuando los realistas cruzaban cerca de algún cerro cavernoso como El coyote, La muñeca, El cacalote, El chicuicuitl o cualquier otro, llevaban el ojo bien pelado, para evitar algún ataque inesperado como acostumbraban realizarlos los temerarios seguidores de Pedro Ascencio Alquisiras, que según la tradición, parecía que la tierra los vomitaba de sus entrañas.  

La prestigiada obra, México a través de los siglos en el tomo X, Capitulo VIII nos refiere respecto a la personalidad de dicho prócer, lo siguiente; “En esa época empezaron a descollar entre los tenientes de Guerrero el celebre Pedro Ascencio Alquisiras, hombre de impávido valor, que había militado antes a las ordenes de los Rayón  y del guerrillero Vargaz, y llego a ser en lo adelante uno de los más temibles y audaces sostenedores de la Independencia en las tierras del sur. 

Nos referimos a estos antecedentes del luchador social Pedro Ascencio, en razón de que es precisamente este personaje quien  da vida a nuestra leyenda. 

Se sabe que acierta ocasión en que el Teniente Pedro Ascencio y sus hombres se encontraban dando de comer a sus caballos y al mismo tiempo limpiando y revisando sus armas, monturas y bridas de las bestias, uno de sus seguidores de origen calentano que durante varios años había sido arriero, de nombre José Atanasio de carácter festivo, ingeniosos y alegre, siempre se complacía de tratar de divertir a sus compañeros con sus carcajadas y ocurrencias.  

Todos reían de buena gana y de momento olvidaban la dureza de la vida que llevaban en esta etapa guerrera en que luchaban contra las tropas del virrey , tratando de alcanzar la independencia de la Nueva España y, consecuentemente mejores horizontes, sobre todo para la vilipendiada sociedad mestiza e indígena. 

Pues bien, para entonces José Atanasio utilizando una reata que llevaba en su caballo, tejió un largo chicote, al que agrego en la punta un pabilo sobrante de una vela; y ese día, al tratar de divertir a sus compañeros con su jocoso y amplio repertorio empezó a tronar fuertemente sus chicotes y lo accio tan bien que los truenos sorprendieron a todos los presentes y no faltó alguien que le gritará “pareces un diablo”. 

Por Antonio Luis Vázquez Ocampo 

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