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Las primeras salidas de noche de los hijos

La adolescencia es una etapa de cambio extremo. Los chicos no quieren ser controlados y aunque los adultos lo intenten, ignoran lo que los hijos hacen cuando salen a la noche. ¿Cuáles son los consejos a considerar para que ambas partes no resientan el vínculo que los une?

A partir de los trece años, es frecuente que los adolescentes comiencen a tener fiestas y reuniones nocturnas. “Lo que deben comprender los padres es que la prohibición solamente aumenta la necesidad de liberación.

Lo que hay que lograr es un acuerdo para que tanto hijos como padres se sientan tranquilos”, sostiene la psicóloga especialista en familia, la española Lourdes Medina.

La primera pauta que se debe establecer es la de la información. “Es importante que los hijos le brinden los detalles a los padres sobre dónde estarán y con quiénes. Es fundamental saber la dirección y un teléfono de contacto más allá de que hoy en día, todos los niños de esa edad o la gran mayoría poseen un teléfono móvil”, comenta la profesional.

Los padres deben mantener una actitud calmada y explicarles a los hijos que las preguntas que se efectúan tiene como finalidad protegerlos y no abrumarlos por curiosidad.

La primera vez que los hijos quieren salir con sus amigos y sin supervisión de un adulto puede ocasionar un conflicto serio en la familia si se toma este momento de modo imprevisto.

“Es mejor estar preparado y saber que tarde o temprano, este instante llegará. Al hijo se le podrá negar el permiso una o dos veces, pero luego no será natural seguir con esta postura y lo único que se habrá logrado al mantener la firmeza es un disgusto y mala predisposición por parte de los hijos. Hay que saber negociar y es fundamental que ambas partes acaten las normas establecidas”, destaca la especialista.

Es importante también, que los padres no demuestren mucha angustia o nervios. “Es difícil ya que no da igual que los hijos estén a la noche en el hogar a que no estén. Los padres los esperan despiertos o tienen que ir a recogerlos.

Es una etapa que genera mucho estrés y ansiedad, pero hay que intentar mantenerla bajo control por el bien de todos. La colaboración de ambos padres es importante. Siempre deben haber hablado antes de este tema sin la presencia de los hijos.

Deben estar de acuerdo y no discutir frente a ellos porque si los hijos ven que los padres son seguros y están tranquilos, les generará la suficiente confianza a ellos para contarles acerca de sus movimientos y de las experiencias vividas una vez que regresen al hogar”, aconseja la psicóloga Medina.

Los adolescentes, más allá de su imagen de que todo lo pueden, son muy inseguros y esta primera salida les genera mucha ansiedad y miedo. “Hay que contenerlos lo más que se pueda.

Es una etapa de rebeldía y de querer diferenciarse de sus padres. Por un lado quieren demostrar que pueden valerse por sí mismos y que no necesitan que nadie los cuide o aconseje, pero en el fondo saben que no son capaces.

Lo que menos necesitan ambas partes es la confrontación. Los padres, como adultos que son deben poder saber leer entre líneas y tener mucha paciencia ya que la adolescencia es larga, ¡cada vez más larga!”, finaliza diciendo la especialista.