Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp

La tercera edad estuvo presente en el Jubileo

Los mayores tuvieron su oportunidad en el Jubileo del año 2000, logrando un espacio propio de bendición papal en un llamamiento a la reflexión en esta etapa y en la reivindicación de su importancia social.

El
17 de septiembre, por intermedio de una Misa brindada por
el Papa Juan Pablo II
en la tradicional plaza de San Pedro, se celebró el Jubileo de la Tercera Edad,
en momentos en que todavía se recordaban la impresionante experiencia obtenida
tras la Jornada Mundial de la Juventud, con dos millones de jóvenes.

El acto
estuvo precedido por un intercambio de experiencias y testimonios y por la tarde
se dieron lugar distintos tipos de reuniones y encuentros, con la presencia de
conjuntos teatrales y musicales como el Coro de los Alpinos, piezas clásicas,
canciones napolitanas y otras.

El sábado 16 se celebró un Foro para los
representantes de movimientos, parroquias y asociaciones para discutir “El don
de una larga vida: responsabilidad y esperanza”.

De
esta manera los mayores fueron convocados a presenciar las distintas reuniones y
en conmemoración del Jubileo de la Tercera Edad se han propuesto diversos
gestos solidarios.

Específicamente, se buscó ampliar un centro de reunión
para musulmanes y cristianos mayores en Belén y brindar apoyo económico a
algunas mujeres trabajadoras en artesanías de Bangladesh, para incentivar a que
progresen en su propia actividad.

El
Jubileo de la Tercera edad trató de dar un espacio para evaluar este instante
de la vida desde un sentido más comprensivo, a pesar de los cambios corporales,
cambios de vida y otros.

En la reflexión estaban invitados tanto las personas
para las cuales la vejez es un motivo de paz y tranquilidad, como para aquellas
que la padecen, concentrándose en sus deterioros físicos o en sus temores.

El
grupo de los mayores de esta manera adquirió su propio espacio en el jubileo,
en un modo de reflejar su importancia cada vez mayor en la sociedad y una
valoración particular, como así también un espacio mayor en la actividad
eclesiástica.

El
17 de septiembre se buscó agradecer el “don de la vida”, y ofrecer
solidaridad.

Por
la mañana, el Papa ofició una Misa proclamando la necesidad que tiene la
Iglesia y los jóvenes de los mayores.

Reconociendo la cada vez mayor presencia
de mayores en la sociedad y su importancia e incitando mediante el jubileo a
transitar su camino con el mensaje de Cristo, llevando su experiencia y sabiduría.

El Papa definió a este momento tan particular de los mayores como un tiempo
para reorganizar la propia vida, haciendo fructificar la experiencia y las
capacidades adquiridas, de modo de vivir con la mayor dignidad y en plenitud
esta etapa de la vida.

El
Consejo pontificio para los laicos participó de estas discusiones y reflexiones
subrayando la responsabilidad de llevar una larga vida.

De
este modo, se convocó a las familias, laicos y personas religiosas a ayudar a
las personas de la tercera edad a renovarse, para que puedan expresarse mejor,
activamente en la Iglesia y para que sean tratados como personas dignas.

El
papel que se le adjudicó aquí a los mayores es la responsabilidad de
transmitir su experiencia y riqueza al resto de las personas.

El
jubileo fue un llamado a los mayores a la necesidad que de ellos tiene la
Iglesia, los jóvenes y la importancia que transmitan su fe en Dios.

También
en Buenos Aires se organizó una celebración, bajo la iniciativa de la Comisión
Arquidiocesana de Personas Mayores, bajo las directivas del jesuita Ernesto
Giobando, con el propósito de “Celebrar los años con Jesús”.

Uno de los
mayores grupos que se adhirió fue Vida Ascendente, un movimiento laico
constituido por personas mayores, con la intención de seguir y progresar en los
caminos de la fe y el Evangelio.

Este movimiento, lleva el aval y el
reconocimiento de la Santa Sede, por lo que su presencia es una prolongación
que transmite la fe eclesiástica, en ocasión de la homilía papal.

El
Jubileo celebrado en Roma también fue un llamamiento a una mayor valoración de
las personas mayores a los que en ocasiones se suele ignorar porque tienen una
menor productividad.

Por lo tanto, la ocasión fue motivo oportuno para el
llamado a la solidaridad que une a las distintas edades con sus preocupaciones
particulares, en un estado de mutua necesidad.