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La pintoresca isla que antes era un castigo

Declarada Lugar Histórico y Reserva Natural, Martín García es el paseo histórico optimo para un fin de semana de aire puro. Ideal para ir con los chicos.

Aunque
está se encuentra a sólo 3,5 kilómetros de Colonia, pertenece a la provincia
de Buenos Aires. Con un presente agreste y natural, mucha variación de fauna,
atesora un pasado agitado que es posible recorrer en menos de tres horas.

Desde el aire parece una simple mancha verde que le
da un toque de color al sector superior del
Río de la Plata, pero esta isla, en
su pequeña superficie, guarda una historia de lucha y presidio, a pesar que hoy
en día es un derroche de belleza natural y sosiego.

Se
la conoce por su historia como “isla presidio”, porque allí quedaron
detenidos cuatro ex presidentes argentinos (Yrigoyen, Alvear, Perón y Frondizi)
y porque en su panadería se consigue un pan dulce de fama renombrada.

Los
fines de semana, el declarado “Lugar Histórico y Reserva Natural” , tiene
las puertas abiertas para todo turista que quiera pasar un día o un fin de
semana al aire libre y conocer un poco más de las narraciones del lugar.

A
sólo 47 kilómetros de la Capital Federal, parece un mundo aparte, alejado de
los ruidos. Al llegar, la tranquilidad y armonía pueblerina y un aroma natural
hacen mimos a los visitantes.

Con
sus casas bajas, muchas de
estilo colonial,
y un ambiente familiar ofrece un
panorama acogedor y pintoresco en las pocas cuadras que suma el recorrido de la
isla. Sus 168 habitantes estables, repartidos en 44 familias, se conocen a la
perfección y son gente sencilla, trabajadora, que absorbieron la calma que la
naturaleza les brinda.

Aquí
hay que acostumbrarse a caminar o, en el mejor de los casos, conseguir una
bicicleta, ya que no existen medios transporte ni autos particulares. Sólo un
puñado de vehículos de la Prefectura circula por las calles. Pero las
distancias no son largas y bastan tres horas para recorrer los principales
lugares.

Dentro
de las maravillas propias de la isla se pueden apreciar: el muelle, la plaza
principal, donde todavía antiguos cañones apuntan al río, como esperando al
enemigo, la casa donde vivió el poeta Rubén Darío, el teatro de estilo Art
Nouveau y el terreno abandonado de lo que fue la prisión.

Un poco más alejado,
por un camino arbolado, se llega al cementerio, que tiene las cruces inclinadas
por motivos que nadie puede explicar con certeza, y al barrio chino, que nada
tiene de asiático. Son casas en ruinas cubiertas de bambú que recuerdan el
primer asentamiento de la isla.

Para
los amantes de los dulces y las masas, y que buscan algo típico en cada paseo,
la parada obligada es en la panadería, donde Fernando Sánchez amasa a la vista
el tradicional pan dulce que los visitantes se llevan como souvenir, el único
panadero de Martín García.

Entre
sus clientes más asiduos, se encuentra el ex presidente Carlos Menem, que cada
tanto va a su negocio a comprar uno, persuadido por el sabor de su particular
artesanía.

Mientras que otros quisieron ex presidentes quisieron irse de allí,
espantados por el presidio, algunos vuelven en busca de un sabor que los
envuelve.

La
mayoría de los habitantes trabaja para el Gobierno y no es posible ausentarse
sin un permiso. Tampoco se puede comprar un terreno para una casita de fin de
semana. No existe la propiedad privada y tampoco se conocen la desocupación ni
el stress.

Sus
184 hectáreas son tierra fiscal y concentran diferentes ambientes de flora y
fauna: arenales con cardones y tunas; juncales, matorrales y pajonales
inundables y una zona intangible destinada a la investigación. Hay cerca de 800
especies arbóreas y medicinales, como un minilaboratorio natural. Vegetación y
sosiego.