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La crisis, la zorra y los peces

Un amigo, Roberto, me contaba que cada vez le resultaba más difícil levantarse todos los días decidido a encarar sus proyectos y tratar de hacer realidad sus ilusiones, porque ni bien abría los ojos la misma realidad se encargaba de desanimarlo: por todos lados violencia, economías sin rumbo, egoísmo, sálvese quien pueda….

Como
Roberto, son muchos los que se preguntan: ¿para qué seguir adelante si el
mundo esta cada vez más loco y más egoísta?, ¿cómo puedo llevar adelante un
proyecto personal que apunta a progresar honestamente?, ¿qué lugar puede tener
quien todavía piensa (¿qué iluso, no?) que “juntos somos más” y que el
bien de todos es también el bien de uno, cuando alrededor impera la ley de la
selva?

Dudo
mucho que alguien tenga respuesta cierta a estas preguntas, pero las palabras de
Roberto me recordaron la fábula del zorro y los peces y ¿quién sabe?, quizás
encontrar algo de verdad en ella sea parte de la respuesta….

Cuenta
la leyenda* que al crear Dios a los animales, le dio jurisdicción sobre todos
ellos al Angel de la Muerte, pero que para que fuera efectiva, el ángel debía
tirar al mar a un ejemplar de cada criatura.

El
ángel comenzó a hacerlo, y al ver esto la zorra comenzó a llorar.


¿Por qué lloras?, preguntó el ángel.


Lloro por mi compañero que tiraste al mar


¿Dónde está tu compañero?, volvió a preguntar el ángel.

La
zorra se aproximó a la orilla, y al ver la imagen de ésta reflejada en el
agua, el ángel pensó que esa era la que había tirado, y así la zorra pudo
escapar.

Un
año después Leviatán, el señor del mar, reunió a todos sus súbditos y vio
que faltaba la zorra. Al pedir explicaciones, le contaron lo que había pasado y
sintió una fuerte envidia por la astucia de la zorra. Mandó entonces a los
peces a que la trajeran delante suyo.

Al
encontrarla, los peces comenzaron a alabar su inmensa inteligencia hasta que la
convencieron de acompañarlos al fondo del mar. Pronto la zorra se arrepintió,
y trató de salvarse:


Díganme la verdad – dijo – ¿para qué me trajeron?


Nuestro amo, Leviatán, siente envidia de tu inteligencia y quiere arrancarte el
corazón y devorarlo, para volverse tan sabio como tú.


¿Por qué no me lo dijisteis antes – respondió la zorra – hubiera traído
mi corazón y Leviatán se los hubiera agradecido, pero ahora estáis en apuros.
Es una costumbre entre las zorras dejar su corazón en el lugar donde vivimos,
vamos de acá para allá sin él y sólo lo tomamos cuando lo necesitamos.

Aterrados
de pensar en no poder cumplir con su misión, los peces llevaron de vuelta a la
zorra a tierra firme para que buscara su corazón. Antes de escapar de ellos
para siempre, la zorra les dijo:


¡Tontos!, ¿existe acaso en el mundo alguna criatura que pueda existir sin
corazón?

Al
ver esta escena, el Angel de la Muerte decidió desmentir a la zorra, y pidió a
Dios que creara una criatura que pudiera vivir sin corazón.

– ¡Sea! – dijo
Dios (que por algo era Dios) – crearé una criatura capaz de vivir sin corazón,
pero también será capaz de arrancarse un pedazo del suyo para dárselo a quien
lo perdió. Y sólo él podrá decidir cuál de esos caminos tomará.

Y
creó al hombre.

Moraleja
(a falta de respuestas, siempre hay una moraleja !!):

Existen
los Leviatanes que devoran los corazones ajenos.

Están
quienes pasan por la vida sin corazón.

Y
están quienes se arrancan un pedazo del suyo para dárselo a quienes lo
perdieron.

Y
la decisión – dijo Dios – les pertenece.

*
Adaptado del Midrash