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La celulitis y los radicales libres

Cómo combatir los radicales libres, los principales agentes responsables de la celulitis.

La participación de los
radicales libres

Los
radicales libres son químicos altamente reactivos que pueden encontrarse en
cualquier lugar del medioambiente y en nuestros cuerpos. Ellos reaccionan
contra todo aquello con lo que toman contacto y son realmente muy dañinos.

Además
de la celulitis, son responsables del envejecimiento y causan muchas de
las enfermedades que sufrimos incluyendo el cáncer, los males cardíacos y el
mal de Alzheimer. Son los principales agentes que deterioran nuestro
sistema circulatorio dando como resultado la celulitis.

Estamos
continuamente tomando radicales libres del medio ambiente así como creándolos
con cada célula de nuestro cuerpo. Ellos constituyen piezas de moléculas que
incluyen oxígeno y restan valor a uno o más electrones.
Nuestro
sistema inmunológico los utiliza para destruir elementos indeseables como
bacterias, virus o células cancerígenas.

Desafortunadamente
esa destrucción de invasores incluye un daño colateral considerable, ya que los
radicales libres no son inteligentes y reaccionan ante cualquier cosa que pueda
suplir a los electrones que necesitan.

Tanto
cuando creamos radicales libres como cuando los absorbamos del alimento o el
medio ambiente los resultados  son los
mismos: las paredes celulares se debilitan y las moléculas que componen el
genético ADN (ácido desoxirribonucleico) se dañan. Con el tiempo esto deriva en
cáncer y una interrupción de la circulación sanguínea, responsable de la
celulitis, los ataques al corazón, y el mal de Alzheimer, entre otras
enfermedades.

Algunas de las fuentes de exceso de
radicales libres en nuestros cuerpos, responsables de la celulitis son:

 

  • Alta intensidad en los ejercicios
    físicos (puede ser buena en pequeños estallidos pero peligrosa cuando se
    hace extensa).
  • Infecciones bacteriales o virósicas
    (nuestro sistema inmunológico se defiende de ellas a través de los
    radicales libres)
  • Reacciones alérgicas (causan también
    una reacción inmunológica al polen, caspa, ácaros o polvo)
  • Descanso profundo insuficiente
    (sueño
    escaso o de baja calidad)
  • Estrés físico o emocional (el cuerpo
    necesita de 6 a 8 semanas para reponerse de estos períodos)
  • Digestión parcial de los alimentos
    (tragar antes de reducir todo completamente a una pasta)
  • Sobrealimentación (genera peligrosos
    químicos que son absorbidos por la sangre)
  • Pobre eliminación (causa un aumento de
    los radicales libres que son absorbidos por el cuerpo)
  • Desbalances de estrógeno y otras
    hormonas

Y
las fuentes de exceso de radicales libres fuera de nuestros cuerpos son:
 

  • Alimentos procesados (alimentos
    sintéticos o tratados con químicos, calor o radiación)
  • Alimentos viejos (congelados y
    enlatados posteriormente recalentados)
  • Alimentos quemados (particularmente
    asados o grillados)
  • Productos de procedencia animal,
    especialmente carnes rojas
  • Consumo de tabaco (activo y pasivo)
  • Alcohol y café
  • Preservativos
  • Pesticidas (insecticidas, repelentes y
    venenos)
  • Herbicidas
  • Artículos de limpieza, pinturas,
    pegamentos, agentes de propagación de fuego, limpiadores de muebles, entre
    otros artículos
  • Humo de los vehículos
  • Contaminación industrial
  • Agua clorada (agua para beber y de las
    piscinas)
  • Exceso de sol  (cuando el sol provoca quemaduras,
    “despellejamiento” y dolor)
  • Píldoras anticonceptivas

Neutralizando a los radicales libres


Nuestros
cuerpos se protegen a sí mismos del continuo y violento ataque de los radicales
libres a través de agentes conocidos como antioxidantes. Se trata de un grupo
de sustancias, incluidas en vitaminas, enzimas y muchos extractos de hierbas.

Se
encuentran disponibles de forma más abundante en las hierbas frescas, frutas y
vegetales, particularmente durante las horas inmediatamente continuas al
momento en el que han sido cosechadas y cuando han crecido de manera orgánica. 


Las
vitaminas C y E, así como el betacaroteno (presente en la vitamina A) han sido
encontrados particularmente efectivos. Y tienen mayor poder que los extractos de
hierbas que contienen antioxidantes.