La leche materna es el alimento natural de los pequeños de la especie humana. Contiene todas las vitaminas y proteínas para un desarrollo sano, y anticuerpos que protegen el niño de problemas respiratorios.

Los niños que toman leche materna son más sanos por que son alimentados con su alimento natural, es decir, la introducción en el cuerpo del niño de alimentos NO adecuados para su desarrollo provoca enfermedades como diarrea y problemas estomacales.

Pero si pensamos en la leche materna simplemente como alimento del niño estamos muy alejadas del verdadero sentido de la lactancia.

Durante la lactancia materna a demanda los niños son nutridos a nivel físico, es decir, la madre introduce en sus pequeños cuerpos las vitaminas y proteínas que necesita, pero más que nada son nutridos a nivel emocional, son acunados en el regazo de la madre, sienten su olor, el latido de su corazón, el cariño que le transmite, son protegidos por su calor, se sienten amparados, protegidos, alimentados, amados en definitiva.

Y al fin se duermen, muchas veces aún con el pezón de la madre en la boca, succionando pero sin llegar a comer, simplemente gozando del amor y de la sensación de protección que sienten.

Tienen una expresión de satisfacción y de placer que complace nuestro instinto maternal, que nos hace sentir felices, llenas de amor por nuestro pequeño.

Muchas madres ajetreadas con otras tareas aprovechan el momento que el niño duerme para dejarle en su cuna y por fin ponerse a hacer otras cosas: es un gran ERROR; con esta actitud rompen la sensación de protección del pequeño, el niño se ve solo, alimentado pero no protegido.

Si esta actitud se transforma en costumbre el niño entenderá que la madre puede proporcionarle alimento pero no amor, es decir, sus necesidades básicas no se verán satisfechas; para el niño el concepto de madre será “la que me da alimento” no, como debería ser para un crecimiento positivo ,“la que satisface TODAS mis necesidades”.

Esto puede influir de manera muy negativa en el desarrollo psicológico del pequeño.

El bebé, que en un futuro será una persona, nunca debemos olvidarlo, crecerá con la idea que la comida es todo lo que necesita para ser feliz, es decir, suplirá a las faltas de cariño comiendo.

El niño entenderá que la satisfacción y el placer vienen del alimento y no de los cuidados, atenciones y protección de las personas que están a su .alrededor.

Más a menudo las madres humanas deberían fijarse en la manera en que los otros mamíferos cuidan de sus crías.

Las gatas tienen sus gatítos a lado, los alimentan, eso es cierto, pero la mayoría del tiempo sólo están acurrucadas a su lado sin alimentarlos, sino lamiéndolos, acariciándoles, estando a su lado, protegiéndolos de los agentes externos.

Y si analizamos como las otras hembras mamíferas suministran leche materna a sus pequeños, nos daremos cuenta que lo natural en la alimentación de un mamífero, la norma para un crecimiento sano, es la oferta de lactancia materna a demanda.

Las hembras de otras especies mamíferas, si pudieran, se reirían d nuestras costumbre de administrar alimento a horas determinadas.

¿Cómo nos sentiríamos en la piel del niño?

¿Qué pensaríamos si la persona que debería ser la que nos cuida, ama y protege, no contestara a nuestras solicitudes de atención y alimento?

Es más ¿Cuántas de nosotras no respetan un horario para comer?

¿Cuántas de nosotras se alimentan de manera natural, simplemente cuando tienen hambre?

El bebé también experimenta esta sensación, el pequeño no entiende de horarios y relojes, sólo siente su hambre: hambre física, por cierto, por esto llora, para que la madre le suministre comida, pero más que nada hambre emocional, hambre de cariño y protección, hambre de sensaciones placenteras 

Quisiera recordar, aunque sé que me repito, que para el bebé la leche materna no es sólo un alimento físico, es principalmente un alimento para el alma, tomando leche materna el pequeño, no sólo se nutre con proteínas, vitaminas y anticuerpos, sino que se nutre a nivel psicológico con el amor y el cariño que le trasmitimos en el acto de amamantar.

Leemos lo que nos explica la terapeuta familiar Laura Gutman en su libro "La revolución de las madres" : "Dar de mamar es dejar aflorar nuestros rincones ancestralmente olvidados o negados, nuestros instintos animales que surgen sin imaginar que anidaban en nuestro interior" 

La lactancia materna  a demanda no debería ser vista, como siempre más a menudo pasa en la sociedad moderna, como un periodo de soledad, obligación y perdida de libertad personal, sino que debería llevarnos como madres hacia el encuentro emocional con nuestro pequeño.

Por Lily 

http://www.madresnaturales.com

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