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Fundadores de la Anti Psiquiatría

Recorrido y reflexiones sobre el texto “El cuestionamiento de la familia”, de R. D. Laing

Para comenzar, es necesario mencionar el contexto socio histórico que existía en torno a la época en que fue publicado el libro.

Por el año 1969, año que se publicó, se vivía una gran efervescencia social, de carácter revolucionario, que venía gestándose hacía más de una década por corrientes sociales, filosóficas y políticas que confluyeron en Europa en lo que fue el Mayo francés de 1968.

Estas corrientes planteaban, a grandes rasgos, la revolución social a través de la crítica a la sociedad burguesa capitalista y a las instituciones que la sustentan.

Dentro de esta corriente revolucionaria, específicamente en el campo de la salud mental, Laing plantea un cambio de paradigma en el abordaje de las intervenciones en este ámbito, cuestionando con su teoría y práctica la institución médica y a la familia, como generadores de salud o enfermedad, pero iré paso a paso.

En primer lugar hay un cambio que plantea desde sus prácticas en salud al ir él mismo con el equipo sanitario a la propia casa donde vivía el enfermo y su familia, hay un replanteo y crítica al modelo médico hegemónico asistencialista.

Luego realiza toda una teorización para abordar el tema del ser, lo ontológico, y para esto utiliza la teoría psicoanalítica y muestra la importancia de la familia en la constitución del ser humano.

Habla de la internalización de la familia y de las relaciones y operaciones que la conforman, éstas existen en cada uno de los elementos que la conforman.

En este sentido, señala la Coinherencia “ … como lo que sentimos que somos en la medida que reconocemos en nuestro interior una presencia común a todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo, en el partido o en la familia”.

En relación a esto, luego hablara de la Nexificación que sería a lo que conduce la superposición recíproca de la familia de cada uno a la familia común y señala la posibilidad de que estos sistemas se tornen cerrados y de su implicancia en relación a la esquizofrenia en este tipo de esquemas familiares.

Más adelante, se encomienda en la tarea de definir a la familia: “es un conjunto de elementos con subdivisiones dentro de las cuales se encuentra el yo junto con otras personas que lo contienen”; se refiere al carácter de productora de la identidad de la persona y de su sostén, de por sí implica que el no sostén de alguna forma resultaría en la difusión del yo y en la pérdida del yo, de la identidad, en la pérdida de relación con la realidad, en la enfermedad mental.

Luego dice: “ la familia puede ser imaginada como una trama, una flor, una tumba, una cárcel, un castillo. El yo puede ser más conciente de una imagen de la familia que de la familia misma y trasponer las imágenes a la familia ”. Señala aquí, el carácter subjetivo que tiene la familia, sus distintas implicancias y configuraciones simbólicas que puede tener para un ser humano (occidental) y como la subjetividad está por debajo, tiñendo la realidad o la percepción manifiesta que se le presenta al sujeto.

Resulta interesante la siguiente frase: “ el espacio y el tiempo son en la familia semejantes al espacio y el tiempo míticos: tienden a ordenarse en torno a un centro y describen ciclos que se repiten ”.

Habla de una temporalidad y espacio distinta a la normal, tal vez a la lógica temporal del inconciente en la que no hay una témporo-espacialidad lineal, se refiere también a que hay una tendencia a ordenarse en torno a un centro, este será la madre? ; los ciclos que se repiten, hechos, circunstancias o relaciones que podríamos leer transferencia mediante, pero que tuvieron una inscripción primaria en los primeros años de vida y con el grupo primario en el que se crió, la familia.

Recurre, luego, a los mecanismos de defensa y destaca la proyección como “relaciones tripartitas son reducidas a relaciones del yo con el yo”, es decir, que estas operaciones defensivas, como la proyección, fueron en algún momento relaciones entre tres partes (tal vez: padre – madre – hijo?) ,  referirá tal vez al complejo de edipo? ; lo cierto es que de su resolución o reducción resultará la proyección.

En este sentido, realiza un paralelismo entre lo que serían elementos estructurales de las preocupaciones de un sujeto como un conflicto, guerra fría, etc. , y la relación entre sus padres ; y señala que el hombre no advierte esta semejanza, estaría dada aquí la barrera entre conciente e inconciente.

Menciona, más adelante que los delirios enmarcados en psicosis se relacionan con situaciones familiares. Habla de una “ superposición de un conjunto de relaciones a otro, ambos conjuntos pueden coincidir en mayor o menor grado. Sólo cuando la discordancia es suficientemente grave a juicio de los demás la operación se considera psicótica ”.

Aquí puede estar refiriéndose al conjunto de relaciones internalizadas del sujeto que pueden concordar o no con otros conjuntos existentes y que siempre, a juicio de los demás será considerada psicótica cuando este patrón de relaciones no concuerde con la norma.

En el siguiente párrafo, se vuelve a referir a las formas relacionales que se internalizaron y que luego se transfieren a otros ámbitos de la vida extrafamiliares:

“Cuando un modelo interno semejante de relaciones témporo espaciales dispuestas en serie es externalizado, parece funcionar a la vez como un esquema que gobierna el modo en que se desean, se temen, se ven suceder los acontecimientos externos y al inducir acciones y reacciones como fantasías y profesías que se cumplen a sí mismas”.

Recurriendo nuevamente a los mecanismos de defensa, plantea la función defensiva que cumple la familia para el sujeto y señala que los mecanismos como introyección, proyección, represión, negación, regresión, son intrapsíquicos y que en este punto habría una limitante de la teoría psicoanalítica. Lo plantea de este modo:

“No existe teoría psicoanalítica sobre la naturaleza de las defensas transpersonales ; las defensas por medio de las cuales el yo procura controlar la vida interior del prójimo con el fin de preservar su propia vida interior: ni sobre las técnicas a las que se puede recurrir para hacer frente a la persecución que es su consecuencia “.

En este punto, me gustaría reflexionar, desde mi humilde punto de vista, los mecanismos de defensa, sí son intrapsíquicos pero esto no quiere decir que no los utilicemos transpersonalmente, si bien la proyección es una relación yo – yo, de hecho es como me estoy comunicando con otro y a partir de esto puedo tener una mirada de comprensión en el asunto y de hecho podríamos sostener que es lo que con más frecuencia sucede, pero Laing, tal vez, aluda a que no hemos podido descentrarnos de nosotros mismos y poder ver al otro.

En cuanto a la familia como defensa detalla que “ la familia llega a ser una defensa contra el derrumbe, la desintegración, la futilidad, la desesperación, la culpa y otras calamidades … ”, se deduce de esto el papel imprescindible que cumple esta institución como soporte de la sociedad occidental – judeo – cristiana y podríamos esquematizar a modo de ecuación lógica: Preservación de la familia – Preservación del Yo – Preservación del Mundo.

Más adelante, el autor, se refiere más específicamente al ámbito de la intervención terapéutica en situaciones sociales. En este sentido remarca la importancia que tienen las decisiones profesionales así como su repercusión en el grupo familiar más allá del paciente.

En este marco, critica y cuestiona el modelo médico asistencial hegemónico y propone una intervención en la que se pueda ver la situación social de cerca, plantea el ir al campo, es decir, que el médico salga del hospital junto con el equipo de salud y vayan a intervenir en ese contexto que rodea al paciente.

Otro de los elementos que toma en cuenta para abordar una situación familiar es la transmisión generacional de roles. Es decir, su enfoque pretende ser integral, ir más allá del relato de un sujeto, tener en cuenta otros discursos, contextuarlos.

Tratar de visualizar la dinámica de la situación familiar, la comunicación. Dice: “… ninguno de los que está en la situación sabe en qué consiste la situación, … actúan como si se entendieran recíprocamente cuando en realidad nadie entiende a nadie “.

Plantea, además, la necesidad y la dificultad de sistematizar las intervenciones y clasificar estrategias.

Por otro lado, problematiza lo que implica un diagnóstico y lo asimila a una prescripción social en el caso de la esquizofrenia. Al respecto, señala que “ un diagnóstico de esta especie tiende a provocar una situación como la que define … ”.

Agrega, como recomendación hacia sus colegas psiquiatras: “ aprender a desaprender lo que no se nos ha enseñado en relación a la esquizofrenia”.

En esta misma línea, Laing, continúa evidenciando los aspectos de la medicina hegemónica que resultan iatrogénicos o “enfermantes”, o “esquizofrenizantes”, en el caso de la esquizofrenia, si se me permite el paralogismo; asimismo señala que el sólo hecho o asimetría: “psiquiatra” – “paciente” ya de por sí, genera una desarmonía entre dos seres humanos y podría ser una causa decisiva aunque no originaria de la atribución de esquizofrenia.

En este punto, dice que: “ la institucionalización de esa atribución en un conjunto de conductas organizadas observadas por psiquiatras, asistentes sociales, familiares y otras personas es lo que induce buena parte de las conductas posteriores a las que se considera típicas de la esquizofrenia”.

En otro punto de su abordaje de la esquizofrenia en relación a la familia sostiene que:   “ la conducta irracional del individuo se presenta en parte como racional en el contexto familiar originario ”.

Con esto quiere decir, que su comportamiento se condice con su propio contexto familiar, están íntimamente ligados. Con esta línea de pensamiento, el autor, trata de subir el nivel de abstracción para referirse no ya a la familia sino al mundo:

“… se podrá llegar así, con intervención de meta meta meta contextos hasta llegar al contexto de todos los contextos sociales, el sistema total del mundo … ”.

Si tomamos como base la frase anterior podríamos decir que la conducta irracional que podemos ver y vivenciar en carne propia del hombre que habita el planeta tierra, a través de las guerras, el hambre y la miseria que campean como moneda corriente, no es más que el producto del sistema de relaciones de dominación que fuera transmitido oportunamente por los agentes institucionales funcionales a este sistema de relaciones, entre ellos la familia y el modelo médico hegemónico.

Para el abordaje de problemáticas en salud mental, rescata varias estrategias y experiencias que intentan una intervención alternativa: por ejemplo la estrategia de Speck, en la que relata una psicosis que se había producido en un vínculo madre – hijo de carácter simbiótico en el que el intercambio con otras personas era nulo y en el que la enfermedad había emergido en este joven.

La estrategia fue entonces juntar a todos los amigos de esta familia y vínculos cercanos posibles para poder realizar reuniones conjuntas y a través del aporte de estos distintos núcleos familiares que se había logrado juntar abordar la problemática con la coordinación del terapeuta.

Con esto se dio nacimiento a lo que hoy algunos llaman psicoanálisis multifamiliar o terapia multifamiliar. Es un paso revolucionario ya que sitúa el saber y la cura en un nivel más horizontal en relación a la verticalidad del binomio médico – paciente, generando además el trabajo en red y la actitud más activa que se promueve del lado del paciente, así como una mayor escucha del otro lado.

Otro de los enfoques que trae es el de “ la reconstrucción de la microhistoria de las transformaciones que se producen a lo largo de varias generaciones en pequeños grupos sociales, especialmente en las familias, como un campo intermedio entre la historia individual y la historia en escala más amplia”.

Este sería el ámbito del enfoque transgeneracional, es decir, los sistemas de relaciones, los valores, roles, etc., transmitidos de generación en generación y de los cuales se han cristalizado en las generaciones últimas sin la mediatización suficiente como para que no eclosione en determinado momento la enfermedad como síntoma, expresión de esta no simbolización previa.

Luego trae experiencias en hospitales y hogares en los que no hay “psiquiatras” y “pacientes esquizofrénicos”, las reglas son flexibles, hay una promoción de una participación más activa de la población residente.

También relata la experiencia “X”, la que se produciría en uno de los estadios evolutivos de la esquizofrenia, en la que habría una regresión, luego una muerte simbólica y por último una resurrección de la persona, tras este proceso la persona quedaría en perfectas condiciones sanitarias; sin embargo, el hospital psiquiátrico y la familia impiden este proceso.

En cuanto al concepto de esquizofrenia, Laing lo describe como “ un chaleco de fuerza que ahoga a psiquiatras y pacientes ”.

“En toda circunstancia un hombre puede quedar atascado, liberarse y verse obligado a volver la espalda y a retroceder un largo trecho para encontrarse a sí mismo nuevamente. Sólo en ciertas condiciones socioeconómicas sufrirá de esquizofrenia ”.

Agrego otras frases que me parece ilustran la opinión de Laing:

“… si nuestros deseos, sentimientos, esperanzas, temores, percepción, imaginación, memoria, sueños … no se ajustan a la ley, son proscritos, no por eso dejan de existir, sufren transformaciones secundarias”.

“… si el paciente rehúsa aceptar la definición pública de la situación, ello demuestra que sufre el delirio paranoide de que es perseguido por nuestro intento de ayudarlo a comprender que no es perseguido”.

Retomando el tema de la transmisión generacional, como una dimensión importante a tener en cuenta en el abordaje de estas problemáticas sanitarias, el autor plantea que “cada generación proyecta en la siguiente elementos derivados del producto de por lo menos tres factores:

que fue 1) proyectado en ella por generaciones anteriores; 2) inducido en ella por generaciones anteriores; y 3) su respuesta a esa proyección y esa inducción.

Más adelante señala que la mayor parte de las órdenes más tempranas y perdurables que recibimos nos son impartidas en forma de atribuciones; y que el medio más importante que utilizamos para esta clase de comunicación es quizá el lenguaje no verbal. Tal atribución equivale a una orden que debe ser obedecida ciegamente.

Ser un niño desobediente es un papel, en un drama familiar determinado. “Eres desobediente”: le están diciendo en realidad que no haga lo que ostensiblemente le dicen que haga…”   

Vuelve a señalar la importancia de lo paraverbal en la comunicación (señales táctiles, cinéticas, olfativas y visuales); y que éstas forman parte de una red secreta de comunicaciones que no guarda relación con los comunicados verbales oficiales”.

En lo que en mi humilde opinión más me interesó de su exposición, sobre todo por la originalidad del planteo, o al menos no conocido por mí de otras fuentes; continúa diciendo:

“… esas señales no le dicen que sea desobediente: definen como desobediencia lo que el niño hace; éste se entera que es desobediente y de la manera en que se puede ser desobediente en el contexto de su familia: se trata de una habilidad aprendida”.

Habría entonces dos sistemas paralelos que se construyen en nuestro ser mediante lo que antes detallábamos en las palabras del autor, estos sistemas se pondrían de manifiesto cuando las atribuciones y órdenes son contradictorias, cuando todo marcha con suavidad en una situación “normal”, la estructura es menos evidente aunque no presenta diferencias esenciales.

Hablamos aquí de constitución del psiquismo? Estos dos sistemas serían el conciente y el inconciente?

Parece ser que no va por acá, sino que el meollo del asunto implica que para que estos sistemas se manifiesten o se hagan concientes es necesario que las atribuciones o que a uno le digan: “usted es tal cosa” se contraponga a las órdenes o que le digan: “haga tal cosa”; entonces como resultado habría un aprendizaje de una modalidad de desobediencia.

Ahora esto, implicaría una no alineación y por lo tanto una postura no pasiva ante la realidad? No parece quedar muy claro ni muy despejado, avancemos un tanto más y veamos si Laing nos puede sacar del lío en que nos metió.

Por Lic. Sebastián Méndez Enrico
http://www.psicologo.4t.com
  

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