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El pretexto de los fracasados

Nunca te quejes. ¡Aprende de tus errores!

Nunca te quejes de nadie ni de nada, porque  fundamentalmente tú has hecho lo que querías en tu vida.  Acepta la  dificultad de edificarte a ti mismo y el valor de empezar corrigiéndote.  El triunfo del verdadero hombre surge de las cenizas de  su error. 

Nunca te quejes de tu soledad o de tu suerte, enfréntala con  valor y acéptala.  De una manera u otra es el resultado de tus actos y  prueba de que tú siempre has de ganar. 

No te amargues de tu propio  fracaso ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.  Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que  ninguno es tan terrible para claudicar.  No olvides que la causa de tu presente es tu pasado así como la causa de tu futuro será tu  presente. 

Aprende de los audaces, de los fuertes, de quien no acepta situaciones, de quien vivirá a pesar de todo.  Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo y tus problemas sin eliminarlos,  morirán.   

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande que el más  grande de los obstáculos.  Mírate en el espejo de ti mismo y serás libre y  fuerte.  Dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino. 

Levántate y mira el sol por las mañanas y respira la  luz del amanecer.  Tú eres parte de la fuerza de tu vida, decídete y  triunfarás en la vida; nunca pienses en la suerte, porque la suerte es "el pretexto de los fracasados". 

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