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El infierno del asma

Pocas afecciones crónicas se encuentran rodeadas de una atmósfera tan especial como la que circunda al asma. La angustia de quien experimenta sus síntomas y la actitud temerosa y sobreprotectora de los que rodean al paciente configuran una situación que perturba de manera notable la calidad de vida


La
respiración normal

Normalmente, el aire entra y sale por la
nariz (o en ocasiones por la boca): esos procesos se denominan inspiración y
espiración, respectivamente.

El recorrido del aire a partir de su ingreso por
la nariz prosigue a lo largo de un tubo cartilaginoso (tráquea) que se divide
luego en dos conductos de menor calibre conocidos con el nombre de bronquio
principal izquierdo y derecho.

Cada uno de ellos ingresa en el pulmón
correspondiente y se va subdividiendo eran ramas cada vez menores (árbol
respiratorio). Esos bronquios más pequeños culminan, a su vez, en pequeñas
bolsitas (alvéolos) a las cuales llega finalmente el aire.

Allí se efectúa el
intercambio de gases: se descarga el oxígeno del aire exterior y se carga con
el dióxido de carbono (desecho de reacciones químicas del organismo) que llega
al pulmón a través de la sangre venosa.

Una vez cumplido ese proceso, el aire
sale nuevamente al exterior, siguiendo el camino inverso al del ingreso. En sus
paredes, los bronquios poseen una capa de músculo, que normalmente se encuentra
relajado, lo que permite que el aire entre y salga libremente.


¿Qué es el
asma?

El asma es una enfermedad en la cual, de
manera intermitente, se producen episodios (ataques o crisis asmáticas)
caracterizados por contracciones del músculo bronquial denominadas
broncoespasmos o espasmos bronquiales. A ellos se suma la inflamación de la
mucosa (capa más interna del bronquio), con formación de moco más espeso que
el habitual.

Como consecuencia de esos fenómenos, la luz de los bronquios se
reduce y el aire era retenido en los alvéolos. De esta forma se explican las
manifestaciones más frecuentes de un ataque de asma: dificultad para respirar,
respiración entrecortada, tos (especialmente nocturna) y la aparición de
sonidos muy particulares conocidos con el nombre de roncus (o ronquidos) y
sibilancias (silbidos).


 

Las causas desencadenantes de estos cuadros
son de naturaleza múltiple y muchas veces, inclusive, pueden no ser del todo
claras. Puede tratarse de:


 

  • Infecciones virales.

  • Cambios climáticos.

  • Exposición al humo del tabaco o a la polución
    ambiental.

  • Sustancias propias del ambiente (alérgenos) como el
    polen de las flores, el polvo doméstico, el pelo de las mascotas hogareñas,
    ciertos alimentos o insectos, sustancias de uso industrial.

  • Estrés físico y mental.

  • Reflujo gástrico (jugo gástrico que asciende hacia el
    esófago).

Es conveniente saber que el ejercicio puede
ser uno de los desencadenantes, lo cual de ninguna manera implica que deba
dejarse de lado toda actividad física.

No todos los episodios de asma son de igual
magnitud y duración: en su mayoría se trata de cuadros breves y leves pero
existen otros de mayor intensidad y más prolongados, que requieren de la
inmediata consulta médica.

Tampoco todos los asmáticos manifiestan el
mismo tipo de síntomas en cada uno de los episodios, los cuales, a su vez,
pueden presentarse con una frecuencia variable.


Síntomas del asma

Existe una creencia muy difundida acerca de
que toda crisis asmática lleva aparejada la necesidad de internación. En
realidad, ésta sólo debiera ocurrir cuando los síntomas adquieren una cierta
trascendencia. Por ese motivo, es importante saber reconocer los síntomas de
advertencia, los que deben ponernos en alerta sobre la aparición de una crisis.


 

Esos síntomas habitualmente son de carácter
leve y no suelen interferir con la actividad habitual. No obstante, no deben ser
desatendidos porque de esa forma puede prevenirse una evolución desfavorable.


 

Si se detecta alguna de estas
manifestaciones, no se las debe ignorar ni vacilar en contactarse con el médico:


 

  • Tos repetitiva, sobre todo nocturna.

  • Sensación de cansancio o debilidad al efectuar
    actividad física.

  • Respiración entrecortada.

  • Sibilancias.

  • Síntomas similares a los de un resfrío común:
    congestión nasal, dolor de garganta, estornudos.

  • Dificultades para dormir.

El asma es una enfermedad respiratoria crónica
que puede controlarse eficazmente, pero requiere ser tenida en cuenta, asistir a
controles médicos periódicos, cumplir con las pautas de tratamiento y encarar
una serie de conductas destinadas a mejorar la calidad de vida del paciente y la
de su núcleo familiar.

El asma, una enfermedad inflamatoria crónica
de las vías aéreas, padecida por 150 millones de personas en todo el mundo,
genera importantes gastos de salud a los gobiernos de los países y constituye
una causa significativa de ausentismo escolar y laboral.

Aproximadamente 1.8 millones de personas
mueren a causa del asma cada década y los factores de riesgo de muerte están
relacionados con: No. de crisis agudas con compromiso de la vida,
hospitalizaciones dentro del año previo, problemas psicosociales e
incumplimiento del tratamiento médico recomendado.

Esos datos que hablan de pérdida
de días de trabajo o de escuela, reflejan como el asma afecta la calidad de
vida de quienes la padecen y hacen evidente la necesidad de una adecuada educación
de los pacientes y los médicos en el correcto manejo y control de la
enfermedad.

Los episodios recurrentes de sibilancias,
falta de aire, opresión torácica y tos son síntomas de la expresión de la
obstrucción y la inflamación que se producen en la vía aérea, que limita la
salida de aire de los pulmones, e impide que se realice una apropiada oxigenación.

Esa reducción en el calibre de los bronquios puede ser extensa pero variable, y
es reversible, por lo menos en parte, en forma espontánea o mediante
tratamiento.

La inflamación que se produce en la vía aérea,
que agrava aún más los síntomas, puede ser desencadenada por una variedad de
estímulos entre los cuales se puede mencionar: los alérgenos, el humo del
tabaco, olores fuertes, la pulverización de aerosoles, los cambios de
temperatura, algunas infecciones virales y el estrés.

El ISAAC (estudio internacional de síntomas
de asma y alergias en la niñez) ha informado el predominio del asma en varios
países de diferentes continentes, comprobando una disparidad entre los datos
revelados. Si bien el predominio en países industrializados es muy alto
(posiblemente tenga que ver con la polución ambiental) no es uniforme.


Tratamiento
del asma

El control del asma requiere de un enfoque
cambiado. En primer lugar es necesario educar a los pacientes en el manejo de su
enfermedad para que puedan, de esa manera, identificar y evitar los factores que
actúan como desencadenantes.

También deben aprender a manejar las crisis asmáticas
y cumplir con el tratamiento indicado por el médico. En segundo lugar, pero no
menos importante, está la elección del tratamiento adecuado para cada
paciente.

En cuanto a los tratamientos, generalmente
se utilizan dos tipos de medicamentos para tratar el asma: de alivio rápido
–rescatadores- y de control a largo plazo.

Los medicamentos de alivio rápido más comúnmente
indicados son los broncodilatadores de corta acción. Éstos actúan en un lapso
de cinco a 15 minutos y se utilizan para obtener un veloz alivio ante una crisis
de asma. Algunos puede el prevenir episodios causados por el ejercicio.

Dentro de los medicamentos de control a
largo plazo, se encuentran los corticoesteroides inhalados (antiinflamatorios
de las vías aéreas), y los broncodilatadores de larga duración.

A largo plazo, los objetivos en el manejo de
la enfermedad consisten en lograr una disminución o desaparición de los síntomas
crónicos (incluidos los despertares nocturnos), evitar las crisis y la
concurrencia a las guardias médicas, minimizar la utilización de la medicación
de rescate y, tal vez, lo más importante, sea mejorar la calidad de vida de
esos pacientes, de manera que puedan conducir una vida lo más normal posible,
sin limitaciones en las actividades físicas y sociales.

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