Habitualmente cuando deseamos
comprar un automóvil o venderlo, nos dirigimos a
una concesionaria o a un particular, firmamos un formulario de responsabilidad
civil, muchas veces con firma certificada por escribano publico, y a veces un
boleto de compraventa que carece de valor frente a un daño.

El
automóvil es un bien registrable, lo que significa que debe ser inscripto en el
Registro de la Propiedad Automotor.

Si ese formulario que firmamos no ingresa al
Registro que corresponde por zona, la transferencia no se hace, o sea que el que
vendió sigue siendo el titular registral del auto y por ende responsable por los
daños que con el se produzcan.

Supongamos que ese auto manejado por el tercer o cuarto
adquirente, siempre mediante la misma operatoria de venta, atropella a una
persona y la lesiona. Supongamos además que ese dueño, tercer o cuarto, lo
aseguro en una compañía que se liquido, cosa muy habitual en las épocas que
corren.

Como para el Registro el titular sigue siendo el primero que lo vendió
pero que nunca exigió la transferencia del dominio, va a ser responsable de los
daños y perjuicios que el accidente le haya producido a la victima y deberá
pagar la indemnización que se le fije judicialmente.

En
conclusión: El formulario por si mismo no tiene ningún valor mas que liberar la
responsabilidad entre las partes pero no frente a terceros, sino ha sido
ingresado al Registro de la Propiedad Automotor.

La
transferencia del dominio a nombre de quien compra debe exigirse, caso contrario
seguirá siendo responsable quien vendió.

En caso de negativa del comprador a
hacer la transferencia, el vendedor solo tendrá que presentarse ante el Registro
que corresponda y denunciar la venta del vehículo, única forma de liberarlo
absolutamente de la responsabilidad frente a un eventual accidente.

Hoy que el mercado de automóviles usados se esta moviendo levemente, se debe
prestar atención a la forma en que se realiza la operación