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Cómo ejercitar la intencionalidad

11 ejercicios cotidiano para llevar la intencionalidad a la práctica

Trabajo en fábrica, oficina. El Óctuplo Sendero enseña, entre otros, el medio de vida justo que reza: La profesión o el oficio, deberán ser útiles y benéficos para todos los seres vivientes. El medio de vida justo es honorable, irreprochable e inofensivo.

Cumpliendo con este principio, cualquier trabajo que uno desempeñe para ganarse el sustento es, en realidad un trabajo espiritual, no importa que sea a altos niveles ejecutivos o barriendo calles, en el fondo es un servicio a la humanidad, un tributo a la vida.

El trabajo bueno ennoblece, el trabajo es la expresión del espíritu y deberá desempeñarse con amor y concentración, con armonía y ánimo de servicio.

Estudio. El desarrollo intelectual es muy importante porque cumple con un principio metafísico: la ley del no estancamiento mental.

Se deberá tener especial cuidado en no menospreciar a nadie que tenga menor información educativa, al contrario, el espíritu del compartir sanamente -con tus compañeros menos adelantados- el conocimiento que has adquirido, es un buen ejercicio espiritual porque debilita el egoísmo, anula la competitividad absurda y apacigua al ego intelectual que te vuelve irónico con lo que te rodea, cínico ante cualquier otro punto de vista distinto del tuyo, te hace creer que vales más que otros porque sabes más.

El esfuerzo intelectual es tan importante como la meditación silente, ambos son Uno.

Comida. Insisten los maestros: No despreciéis los sagrados alimentos por su sabor fuerte ni os hartéis con los de sabor agradable.

Nuevamente se recomienda, en lo posible, no consumir carnes de animal, comer solamente lo necesario para tener el vigor para las tareas del día, agradecer la comida al Creador, pedir por los que no tienen un pan, estar en armonía con quienes se comparten los alimentos, y comer.

Por comer se entiende concentrarse en cada bocado, descubrir los varios sabores que tiene cada platillo, disfrutar verdaderamente el proceso vital.

Es común que el periódico, una conversación o los ‘ruidos’ de la mente nos distraigan fácilmente, sin embargo uno debe regresar a la maravillosa experiencia de comer, de estar presente en ese instante. Es importante no desperdiciar los alimentos.

Paseo, distracción. A la tensión le sigue la relajación, al impulso la distensión. Es de primer orden el sano esparcimiento para la salud física y el equilibrio mental. Incluso en los monasterios de disciplina más rigurosa se da a los monjes un par de horas para el descanso o el relajamiento.

Procura un descanso, todos los días, en relajamiento sano: un buen concierto, un paseo con quien más te agrade, una película que promueva los más altos valores, una conversación sana de sobremesa. Se recomienda dejar a un lado las presiones de los compromisos y la disciplina.

Cena. La cena es el último alimento del día y, en la simbología metafísica, se entiende como el último alimento o la Última Cena.

Antes de cenar se agradecerá la oportunidad de un día más comprometiéndose a reparar los errores y acrecentar las virtudes.

Este alimento recuerda la cena de los apóstoles con el maestro Jesús, por tanto es un alimento que se hace con la conciencia de no traicionar nuestro propio espíritu crístico entregándolo a las ilusiones del mundo, no negar tres veces nuestro compromiso con nuestro maestro interior. La cena es la comunión y el refrendo de nuestro compromiso hacia la luz.

Relación íntima. El esposo, la esposa, el compañero, la compañera, son la energía complementaria. Es preciso la unión de dos seres para la armonía.

El realizar cierta clase de método para mejorar la salud o lograr estados especiales de conciencia es bueno siempre y cuando sean como ejercicios y nunca como sustituto de una plena relación sexual.

Usar a la compañera o compañero para equilibrar mis energías sin pensar en su bienestar es egoísmo. Lo mejor es la entrega absoluta, el dar.

Es importante liberar y manifestar (y procurar en la pareja) la sensualidad y el placer en toda su expresión, sin complejos morales o tabúes.

Las añejas creencias de relacionar el sexo con el pecado han causado más estragos matrimoniales que las dificultades financieras.

Las relaciones sexuales sin violencia de ninguna índole- también son expresiones del amor y del espíritu.

Dormir. El dormir es ayunar, reflexionar en las esferas de otras realidades dimensionales. Es estar en la responsabilidad del no abandono.

Con esto se quiere decir que aún en sueños debemos estar con la conciencia alerta.

Dormir no quiere decir que se ha terminado el trabajo, al contrario, en la realidad-sueño hay labores que desarrollar tanto para la evolución propia como la de los seres vivientes; en sueños se pueden visualizar las realidades por venir y desechar los infiernos que nos alejan de la luz; en viajes astrales es posible dialogar frente a frente con los maestros y maestras de la luz para una mejor guía en nuestra misión.

Dormir es despertar a otra realidad que también exige disciplina y compromiso con el espíritu.

En verdad, el vivir espiritualmente es un acto intencionado de la vida.

Anterior: La intencionalidad en lo cotidiano

Por F. Fernando Ruiz-Torres – Músico, Escritor, Guionista, licenciado en Psicología Transpersonal, con especialidad en psicovideoacústica. Actualmente es Director Asociado de ALQUIMIA SCIENCE PROJECT, empresa dedicada a la superación humana por medio de su editora, productora y distribuidora de impresos, videogramas, discos y audios.
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