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Comenzando de cero (V): Cuidado con los gurúes

“Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, es un dicho que todos conocemos y una práctica con la que tropezamos todos los días.

¿Quién
no conoce a un médico que recomienda no fumar mientras su cenicero está lleno
de colillas de cigarrillos?

Para
no caer en el mismo pecado, vamos a cerrar esta serie de notas con un pequeño
relato de nuestra propia experiencia personal al comenzar este proyecto.

¿Pueden
imaginarse algo más cercano a “comenzar de cero” que un par de médicos
entre 40 y 50 años osando entrometerse en los misterios de Internet (y ni
siquiera en un proyecto de salud !!)

O,
como me dijera una licenciada en marketing, “¿metido, por qué no te
dedicas a lo tuyo?”
(“en mi facultad se enseña tanto de Internet como en la tuya” pensé
pero no respondí, a causa de mi proverbial caballerosidad).
 

Ahí
vamos.
 

1-
En el principio, fue la idea. En nuestro caso, hace mas de tres años, decidimos
dirigirnos a un sector desatendido de la Web al ver:
 

a)
que todo lo que se hacía en Internet estaba dirigido a jóvenes y adolescentes

b)
que este sector tendría una saturación en algún momento y que el crecimiento
de Internet tendría que darse en otros segmento etario

c)
que un adolescente conectado en el hogar implica dos padres adultos que tienen
Internet a mano y que tarde o temprano terminarán también por
“contagiarse”

d)
que esta tendencia es la que ya se estaba dando por entonces en los Estados
Unidos, y que seguramente terminaría por repetirse en el resto del mundo.
 

2-
Luego, vino el asesoramiento. Nosotros empezamos con este proyecto en pleno auge
de Internet, por lo que todos los supuestos “sabios” del tema, estaban
tan ocupados que ni siquiera respondían a los llamados.

Esto
terminó siendo una suerte, porque descubrimos que quienes más saben de un tema
no siempre son los que salen cotidianamente en los medios, o cuyo nombre más
circula.
 

3-
En cuanto a la financiación, nuestro proyecto contaba con un capital inicial
aportado por los emprendedores (fuimos nuestro propio “angel investor”)
que nos permitió seguir adelante y seguir durmiendo de noche pese al derrumbe
de la burbuja financiera que había crecido alrededor de Internet.

Este
derrumbe tuvo para nosotros una parte positiva y otra negativa. Negativa, porque
es mucho más difícil conseguir el capital necesario para crecer más rápidamente
y comenzó a darse un efecto psicológico de “descreimiento” respecto
a Internet en otros sectores económicos.

Positivo,
porque “limpió” el escenario de proyectos huecos o especulativos, que
de seguir existiendo nos hubieran obligado acelerar los tiempos y a una campaña
de branding (con el consiguiente aumento geométrico de nuestros costos).
 

4-
Luego (y esto está siempre presente) viene el plan de negocios. Para nosotros,
se trata fundamentalmente de tener siempre en cuenta con qué recursos contamos,
cuáles son nuestras ganancias probables según diferentes escenarios y cuáles
son las inversiones necesarias (y cuáles no) en cada etapa de nuestro
emprendimiento.
 

Para
terminar, quisiera transmitirles las tres lecciones principales que aprendimos
en los tres años y medio que lleva este proyecto:
 

-Nunca
subestimen el valor del sentido común y la lógica. Les sorprendería saber cuán
infrecuente en el mundo de los negocios (y no sólo de Internet).
Si un cónclave entero de expertos viene a decirles que 2 más 2 es 5, síganle
creyéndole al carnicero si les dice que es 4.

-El
único mundo virtual es el de las finanzas. La salud o las perspectivas de un
proyecto o un sector económico en el fondo rara vez tienen que ver (hoy en día)
con los humores de los “mercados”, salvo que no se cuente con la
financiación inicial necesaria.
Si se viene el diluvio universal, hay que poner una fábrica de botes aunque las
acciones navieras estén por el subsuelo.

-Que
las opciones comerciales y económicas que se barajaron hasta el momento en
Internet hayan fracasado, no quiere decir que fracasó Internet como proyecto
empresario. Fracasaron las opciones equivocadas, sobre todo las que se manejaron
más por ilusiones que por realidades o análisis objetivos.
En nuestro caso, no dejan de sorprendernos la cantidad de alternativas que
existen “allá fuera” (pero para eso, hay que salir “allá
fuera”). 

Y
esto se aplica en cualquier ámbito de la vida, y no solo en Internet.