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Buscando nuevos rumbos

En 1923 empezó el éxodo. Quien poseía medios dejaba Polonia y emigraba a Estados Unidos, Canadá, América Latina o lo que luego sería Israel…

Estas características están estrecha y directamente vinculadas con el<br /> proceso de transformación económica encarado por el gobierno

Pagina nueva 4 El aeromodelismo es una ocupación que entretiene a personas de todas las<br /> épocas y edades

En
esos años comenzó a fortalecerse el movimiento sionista y jalutziano, con la
ayuda del Joint y el Hias, instituciones norteamericanas que posibilitaron económicamente
que familias enteras emigraran a Israel, en lo que se denominó “la cuarta aliá”.

Creció
enormemente el movimiento juvenil jalutziano, que constaba de varias corrientes:
Hashomer, Histadrut Hejalutz del movimiento Poalei Sión, Betar, y otros.

Cada
movimiento organizaba sus propias hajsharot: grupos de jóvenes que iban al
campo por un año, contratados por establecimientos agrícolas para aprender las
tareas del campo.

En esa época, se trataba de arar, sembrar, atender los campos
y cosechar cuando llegaba el momento. Después de recoger los frutos, había que
limpiar el campo y volver a arar.

Allí
se terminaba el contrato, y grupos enteros de 50 a 60 jóvenes de ambos sexos
(70 a 80 por ciento varones) hacían aliá a Israel, para formar kibutzim y
kvutzot.

En
1924 ocurrió el crack de la cuarta aliá, provocado por un gran error del
sionismo klalit. Ellos eran quienes recibían los certificados (permisos de
inmigración otorgados por el Mandato ingés) y decidían a quienes entregárselos.

La
agencia llevó a familias enteras, a quienes hacían abandonar sus negocios y
ocupaciones sin haberlas preparado adecuadamente. Iban a Israel y antes del años
las tenían que traer de vuelta, pero esta gente ya había perdido sus casas y
trabajos, y sólo tenían una oportunidad quienes tenían familiares en otros países,
a los que podrían emigrar.

Para
el resto, que tenía que volver a sus países de origen a comenzar de cero, fue
una verdadera tragedia. El Joint, la Agencia Judía y otras instituciones benéficas
de Norteamérica tuvieron que gastar fortunas en ayudarlos.

El
movimiento jalutziano, en cambio, fue un éxito. Continuamente se establecían
nuevos kibutzim y la deserción era mínima.

Mientras
tanto, yo seguía trabajando en el negocio, progresando cada vez más, hasta que
llegué a converirme en la mano derecha del patrón, quien me enseñaba todo el
manejo comercial y administrativo.

A
mediados de año se enfermó gravemente el patrón y al poco tiempo falleció.
Vinieron el hijo, médico en Berlín, y la hija, casada con un industrial y que
vivía en Varsovia.

Pasados
los treinta días de duelo, se comenzó a plantear el problema del futuro del
negocio. Una noche, fuimos llamados a la casa de la patrona porque los hijos no
querían quedarse en Lublín y se comenzaron a barajar nombres para ayudar a la
patrona a continuar con la librería.

Yo
propuse al empleado mayor, que además era pariente cercano de los dueños. Así
continuamos discutiendo durante varias horas, hasta que se decidió pasar a un
cuarto intermedio. Como ese día era viernes, la reunión siguiente se postergó
para el domingo.

Llegada
la reunión, toma la palabra la patrona y me comunica que por unanimidad
resolvieron que sea yo (que por entonces tenía 16 años) quien colabore con la
señora en la administración del negocio.

Continuará…

Imagen cortesía de la
Colección Borys Feldblyum