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Aprender a estar sola

Vivir sin pareja . Una experiencia necesaria

Todas las mujeres
en algún momento de nuestra vida debiéramos hacer el ejercicio de estar un
tiempo suficientemente largo sin pareja.

No me refiero a
ese tiempo que existe entre una relación de pareja que concluye y otra que se
espera que comience, o a cargar como inexorable en la vida el “estar
sola” porque no se encuentra con quién estar. Si no a una
elección consciente de un ejercicio pleno de la autodeterminación y el
autoabastecimiento económico, afectivo y sexual.

Se trata de una
experiencia inigualable para dejar aflorar todos nuestros recursos y
capacidades, conocernos como de ninguna otra manera podemos hacerlo.

Disponer
exclusivamente del tiempo, espacio, voluntad, recursos -y hasta del control
remoto de la televisión- es una experiencia sumamente placentera que muchas
mujeres se deben en su vida.

  • Quienes pasaron
    de la casa familiar a la casa matrimonial que terminó,

  • quienes
    padecieron una pareja violenta o desvalorizante,

  • quienes
    transitaron un divorcio traumático

  • quienes nunca se
    fueron solas de vacaciones,

  • quienes nunca
    estuvieron en pareja y sienten eso como una frustración,

se deben en su
vida la experiencia de vivir felizmente solas, de no compartir la casa ni la
cama con nadie, ni añorarlo, durante un tiempo prudencialmente largo.

 La situación
puede llegar inesperadamente, pero ahora que está, puedes reelegirla tú misma :
“Si, esto está bien así, quiero aprender y disfrutar de estar sin
pareja”,
y actuar en consecuencia con ello. Decidir la vida como si
nunca más fueras a estar con alguien, te permitirá conocer tus propios límites,
recursos, deseos, posibilidades, como nunca antes lo puedes haber hecho.

Diseñar tu espacio solamente para ti, es una experiencia vital que
una mujer debiera conocer.

Qué deseas, cómo lo deseas, cuánto lo deseas, conocerlo, re-conocerlo y hacerlo
acto en tu vida, será una experiencia inigualable de la que aprenderás más de
tí misma, que en el resto de toda tu existencia.

En los momentos
en los que sientas que tu voluntad de continuar sin pareja flaquea -los
mandatos son fuertes y esto puede sucederte por convencida que estés de vivir
esta experiencia-, sólo será necesario recordar los cientos de
condicionamientos que tenías cuando estabas en esa situación. O ir a un
restorán, pedir una rica comida y un buen vino y sentarte a observar las
parejas a tu alrededor : ¿cuántas son las que se ven realmente felices de
compartir ese tiempo juntos?, ¿cuántas siquiera conversan animadamente?… ¿y
la que permanece en absoluto silencio durante toda la cena?, te habías fijado
antes en esto?. Piensa : ¿es esa la pareja que añoras tener?….

Esa pareja
“diferente” que sueñas, no podrá ser nunca si antes no eres otra de
la que fuiste.

Estando sin
pareja, no tienes porqué estar sola cuando no quieras estarlo… muchos hombres
y mujeres en pareja están profundamente solos… recuerda cuando tu misma lo
sentiste así estando acompañada. Amigas y amigos, familiares, y hasta tú misma,
pueden ser una excelente compañía cuando sientas que estar sola no es lo
que hoy quieres.

No
se trata de renegar de la relación de pareja, se trata sólo de reconocer que la
relación de pareja no es lo que pensamos que es cuando estamos solas…
Es lo que vivimos cuando estuvimos en pareja, y
siempre que nosotras no podamos ser otras que las que fuimos, eso se volverá a
repetir de modo inexorable.

Se trata de que
si no ahondamos en nosotras mismas, no nos “amigamos” con nosotras,
nuestras relaciones siempre serán lo que fueron las que hasta aquí nos
trajeron.

Se trata de que
sólo quien puede estar sola en plenitud, puede estar plenamente con otro.